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Dos caras diferenciadas. Al Baskonia se le vio plomizo y con las piernas pesadas en la primera parte, pero surgió majestuoso tras el descanso para derrotar por cuarta vez esta campaña al Unicaja. El técnico catalán hizo un reparto bastante equitativo de los minutos en un partido que constató la firmeza azulgrana cuando el viento sopla a favor y el juego adquiere unas elevadas revoluciones.
Desatado tras el descanso. El Baskonia surgió con una cara diametralmente opuesta tras el descanso y, en un abrir y cerrar de ojos, descargó una lluvia torrencial sobre el Unicaja, al que batió por cuarta vez esta temporada con una facilidad insultante a base de intensidad, vértigo, rigor y acierto exterior.
Un trío estelar. Granger olvidó sus problemas físicos para dirigir como los ángeles, Shengelia agravó los males andaluces en el puesto de ‘cuatro’ -la baja de Brooks se dejó sentir en las filas visitantes- y Voigtmann destapó el tarro de las esencias con canastas inverosímiles que posibilitaron el despegue. El Unicaja se quedó sin respuestas ante el virtusiosismo vitoriano.
vitoria - De la incertidumbre producida por una irregular primera parte al incontestable monólogo tras el descanso que permite aterrizar con óptimas sensaciones en el Gran Canaria Arena. En un visto y no visto, el Baskonia destapó la fragilidad anímica del Unicaja, al que se le vino encima un vendaval. El periodo para la reflexión obró efectos terapeúticos para el Baskonia, verdugo por cuarta vez este ejercicio de un Unicaja cuyos fantasmas van en aumento cada vez que ve surgir la silueta azulgrana del túnel de vestuarios. Un choque de signo incierto desembocó, a la postre, en otro embaucador atracón para los vitorianos, tocados por una varita mágica para enviar a la lona a los malagueños mediante un juego de elevados quilates y una contundencia letal que le asientan definitivamente en la zona noble de la ACB.
Nada hacía presagiar una victoria de guante blanco apreciada la hegemonía andaluza en los albores y la inestabilidad de un Baskonia que amenazaba con acusar tanto el desgaste físico como el mazazo encajado 48 horas en el OAKA. Sin embargo, la tropa de Pedro Martínez se rehizo de forma majestuosa con dos elementos diferenciales (Shengelia y Voigtmann) que le colocaron en otra dimensión. Entre ambos interiores causaron un estropicio al Unicaja, derretido, sin capacidad de reacción e incapaz de seguir el frenético ritmo impuesto por los locales tras el intermedio.
Con 60 puntos en una segunda mitad de ensueño que condensó todas sus virtudes cuando el viento sopla a favor, el Baskonia terminó un día más en modo autoritario en un Buesa Arena donde su capacidad intimidatoria se halla fuera de toda duda. Más cuando su rival baja la guardia, pierde la fe y enseña la bandera blanca. Eso sucedió ayer con el Unicaja, martilleado sin piedad por un anfitrión que le tiene cogida la medida y le sometió a un castigo incesante. Granger recuperó el criterio en el timón y todo resultó más sencillo a partir del descanso para un anfitrión con aires renovados, un estado de ánimo diferente y, sobre todo, reconciliado con el acierto exterior, el rigor y el vértigo.
un visitante aspirina La irrupción anotadora de Shengelia y, sobre todo Voigtmann, autor de un concierto espectacular, puso en órbita al Baskonia. Si la Euroliga constituye una vara de medir mucho más exigente donde la estabilidad azulgrana se viene resintiendo más de la cuenta, la amabilidad de la ACB es otro cantar en el que el talento y la pegada de los alaveses puede devorar a cualquiera. El Unicaja pertenece esta temporada a la aristocracia continental, pero sus enfrentamientos directos con los vitorianos están debilitando su autoestima hasta límites insospechados. El malagueño se convirtió nuevamente en un conjunto aspirina tras una velada con dos partes muy diferenciadas.
El forastero mandó con claridad a lo largo de la primera mitad amparado en un férreo trabajo de contención que cortocircuitó la fluidez alavesa en el juego posicional. El Baskonia tan solo vio la luz cuando pudo lanzarse en transición hacia el aro rival y en su peor momento agradeció el ingreso de Garino para nivelar la contienda. A diferencia de un Timma convertido en un expediente X, el argentino brindó soluciones de peso -ya son célebres sus penetraciones por la línea de fondo- y confirmó su mayor ascendencia en el grupo.
Con las piernas pesadas, plomizo y huérfano de chispa, el Baskonia exhibió algunas grietas preocupantes en la primera parte antes del bautismo copero. Si adelante le costó leer la pegajosa defensa malagueña, también realizó concesiones atrás con Beaubois, Janning y Voigtmann como damnificados. Salin y los dos cincos de Plaza, obligados a simultanear su presencia en la zona ante la ausencia de Brooks y bien alimentados por Nedovic, le dejaron contra las cuerdas (22-31).
El decorado cambió por completo tras el descanso. La arenga de Pedro Martínez a sus pupilos en busca de un mayor nivel de intensidad surtió el efecto esperado. Retornó del vestuario un Baskonia reanimado que imprimió un ritmo más elevado, hurgó en las debilidades andaluzas y descargó un torrente de juego sobre un Unicaja nuevamente intimidado en Zurbano. Las salvajas oleadas vitorianas sepultaron a un visitante preso del pánico que se diluyó como un azucarillo. Triunfo apabullante, average a salvo ante un rival directo y un empacho para soñar con algo grande en Las Palmas.
Espectacular tercer cuarto donde se bastó por sí solo para hundir en la miseria al Unicaja. Pleno en los tiros de campo y visión de juego en un partido donde ofreció su mejor versión.