vitoria - Resulta extremadamente complicado sacar más jugo a diez minutos de lo que lo hizo ayer el Baskonia frente al Barcelona. Porque ese fue el escaso margen de tiempo que necesitó el conjunto vitoriano para noquear por la vía rápida a un adversario al que prácticamente no le permitió ni romper a sudar y sentenciar un encuentro que, a priori, se presentaba sensiblemente más equilibrado. Sin embargo, el pabellón de Zurbano se convirtió en el escenario de un ensañamiento que dejó varios registros para la historia.

El combinado de Pedro Martínez irrumpió en el encuentro al galope y comandado por un Beaubois estratosférico comenzó a golpear sin piedad al Barcelona hasta enviarlo una y otra vez a la lona. Apenas un minuto y medio fue capaz de mantener el intercambio de golpes el cuadro catalán. Momento en el que Tomic respondió a los cuatro puntos iniciales del escolta francés del Baskonia con un mate para establecer el provisional 4-2. Parecía el anticipo del equilibrio que se esperaba. Pero resultó un mero espejismo.

A partir de ese instante se abrió un abismo bajo los pies de los jugadores de Sito Alonso, que pasaron a convertirse en peleles en las manos de los alaveses. La consecuencia inevitable fue un demoledor parcial de 20-0 que obligó a frotarse los ojos una y otra vez a los presentes en el Buesa Arena. Una sola canasta pudo anotar el Barcelona en nada menos que ocho minutos y cuarenta y tres segundos. Con ese balance, evidentemente, el duelo se antoja visto para sentencia y el transcurso de los minutos no hizo sino ratificarlo.

El resultado a la conclusión del primer cuarto fue un increíble 31-7 que está ya incluido en los libros de historia de la ACB como el segundo resultado más abultado en este parcial en todos los años de la competición. Pero es que el escenario ni mucho menos mejoró para los de Sito Alonso con el avance del encuentro. De esta manera, el 58-30 del descanso supuso de nuevo otra daga clavada en el corazón blaugrana, que solamente otra vez había encajado una diferencia más grande en la competición doméstica. Veintiocho puntos, veintiocho dolorosas heridas en las que el Baskonia hurgó sin conmiseración alguna hasta que la bocina final, por fin, acabó con la agonía culé.