vitoria - Mucho se debate hoy en día, con razón por cierto, respecto a la imperiosa necesidad de contar con plantillas largas para soportar la fortísima exigencia física y mental que implica compatibilizar dos competiciones tan duraderas en el tiempo como la Liga ACB y la Euroliga. El frenético ritmo de partidos obliga a todos los grandes del Viejo Continente a lucir un imponente fondo de armario y disponer incluso de puestos hasta por triplicado con el fin de economizar esfuerzos y no llegar con la lengua fuera a los meses decisivos donde se ponen en juego los títulos.
En el Baskonia, cuya corta rotación ha estado precisamente detrás de la mala racha que ha vivido hace escasas fechas, esa superpoblación afecta, por ejemplo, al puesto de uno -aquí figuran Granger, Huertas y un Vildoza que, sin embargo, ha perdido su plaza en la ACB para cuadrar los siempre farragosos cupos- y también al de cinco, donde Poirier se ha asentado como el indiscutible titular ante los insuficientes méritos de sus competidores por el puesto. A Voigtmann siempre le acompaña una perniciosa falta de contundencia debajo los tableros e Ilimane ha perdido su pujanza inicial tras esa inoportuna lesión en el dedo de una mano que le apartó de la circulación por espacio de seis semanas.
Lo que debiera ser teóricamente un aspecto positivo, es decir disponer de tres hombres altos con características variadas, parece haberse convertido en un problema para Pedro Martínez. Y es que durante los últimos tiempos está resultando de lo más incómoda la convivencia entre este trío a la hora de ver repartidos los minutos. De hecho, el técnico catalán se está mostrando reacio a encontrar la fórmula para darles espacio a todos ellos en un mismo partido. Uno siempre queda últimamente fuera de sus planes.
los méritos de poirier Es evidente que Poirier, una de las gratas revelaciones de la actual temporada, ha paseado más virtudes que nadie a la hora de acaparar casi todo el protagonismo. Las incógnitas se centran en la identidad de su primer escudero cuando enfila el camino del banquillo en busca del imprescindible oxígeno. Anida la sensación de que el cuerpo técnico carece de una extrema confianza en Voigtmann, defendido eo sí públicamente tras su pésima actuación ante el Valencia Basket, ni tampoco en un Ilimane incapaz de controlar ese carácter temperamental que le juega, a menudo, malas pasadas. Uno u otro ha sido relegado al ostracismo en algún partido reciente.
En lo que se interpretó por muchos como un claro toque de atención de Pedro Martínez debido a su controvertido rendimiento, el teutón se convirtió en un espectador de lujo en la derrota ante el Real Madrid. Por su parte, Diop tan solo disputó un solitario minuto ante el Fenerbahce en Estambul, donde incurrió en infinidad de errores antes de desaparecer del mapa, y no dispuso de ningún segundo el pasado domingo ante el Valencia Basket.
Cabe recordar que Poirier también fue en su día el sacrificado en el partido ante el Tecnyconta Zaragoza, el primero bajo la dirección del vigente monarca de los banquillos en la ACB. El entrenador baskonista carecía por entonces de referencias del poste llegado del Paris-Levallois, pero en poco tiempo ha cambiado por completo de percepción.
Mientras Ilimane estuvo lesionado durante parte de noviembre y casi la totalidad de diciembre debido a la fractura en un dedo, el cuerpo técnico no se vio en la comprometida tesitura de tener que sacrificar a uno de los tres. Pedro Martínez deberá apelar en estos momentos a la clásico mano izquierda de cualquier técnico con el fin de evitar malas caras y mantener el buen ambiente dentro de la plantilla azulgrana.
De lo que no hay duda es que Poirier ofrece, de largo, más garantías que sus dos compañeros. Por ambición, despliegue físico, poder intimidatorio, capacidad para desenvolverse de espaldas al aro o voracidad a la hora de cargar el rebote ofensivo, se ha ganado con el sudor de la frente su actual jerarquía dentro del Baskonia. Mucho deberán remar Voigtmann -la afición ya ha puesto el grito en el cielo ante su desesperante tibieza- o Diop, reincidente hasta la saciedad en las flaquezas conocidas por todos, para ponerse a su altura en lo que resta de curso.