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Decisión determinante. En un momento crítico donde el Baskonia se estaba viendo sometido por el Valencia y tras la tempranera cuarta falta de Timma, el técnico catalán simultaneó la presencia de sus dos bases y Janning en el perímetro. El equipo recobró el veneno ofensivo de la mano de Granger, un puñal en ataque. En esta ocasión, fue Diop quien quedó fuera de la rotación interior.
Granger, un cuchillo. El uruguayo destrozó al Valencia cuando fue colocado por su técnico como escolta. Su capacidad de desborde careció de respuestas en un rival agotado.
Defensa y aplomo. La seriedad azulgrana en el último cuarto ahogó la creación de un Valencia Basket al que el partido se le hizo muy largo con una rotación reducida hasta límites insospechados por culpa de sus cinco sensibles ausencias.
Héroes anónimos. Janning y Beaubois brindaron soluciones ofensivas en los momentos críticos del choque, mientras que un estable Poirier refrendó su buen nivel con un par de rebotes ofensivos que hundieron en la miseria a los levantinos.
vitoria - Esta vez no hubo que lamentar desfallecimiento fatídicos ni una alarmante falta de gasolina en el epílogo. El Baskonia pudo contener ayer su caída y frenar su espiral de derrotas ante un malherido Valencia. Pese al cruce de cables vivido por Beaubois, que estuvo a punto de arruinar el triunfo al regalar cuatro tiros libres y una posesión extra al conjunto taronja -a falta de solo nueve segundos y con 78-72 en el marcador, el francés cometió falta sobre Doornekamp en su intento triple y sus protestas se tradujeron en una técnica-, el equipo vitoriano agradeció los dos errores desde la personal del canadiense y el posterior misil desperdiciado por Van Rossom para sumar un triunfo liberador que le deja prácticamente con los dos pies en la Copa.
Con grandes dosis de angustia en un partido donde sorteó un tramo crítico en el tercer cuarto gracias a la determinación tomada por Pedro Martínez de apostar por dos bases y trasladar a Granger al dos, el Baskonia curó las heridas abiertas por sus cuatro derrotas consecutivas. Se sostuvo en pie en los momentos delicados, en parte, por el veneno del uruguayo, un cuchillo que penetró con saña en la exhausta defensa de Vidorreta. Por contra, el dominio del Valencia se fue evaporando con una rotación menguada hasta límites insospechados. Con un único base puro (Van Rossom), el famélico cuadro levantino acabó sometido por los grilletes de un anfitrión que también tuvo otros héroes anónimos.
Al contrario que en jornadas precedentes, los rebotes ofensivos decisivos cayeron en esta ocasión en las hábiles manos de Poirier. La munición ofensiva de Beaubois y Janning, sin obviar dos canastas providenciales de un discreto Shengelia, también resultaron vitales en un último cuarto donde el Baskonia exhibió una mayor frescura. En definitiva, un triunfo redentor que disipa las dudas respecto a la presencia azulgrana en el Gran Canaria Arena y abre todavía la puerta a la conquista de la vitola de cabeza de serie. Queda la duda, eso sí, sobre qué depararán los enfrentamientos futuros ante un Valencia al completo que ayer se presentó sin un quinteto de garantías (Diot, Vives, San Emeterio, Sastre y Williams).
granger, determinante Vitorianos y taronjas cerraron una semana agotadora en el plano físico y mental en el Buesa, testigo de un duelo en la cumbre mediatizado por el parte de guerra de Vidorreta. La hegemonía interior de Poirier tuvo su contrapunto en la exuberante pegada exterior de los visitantes. Cada intento azulgrana por despegarse en el marcador siempre encontró la oportuna réplica en un Valencia de gatillo fácil. La apuesta del técnico vizcaíno por abrir el campo con hasta cinco hombres lejos de la canasta se convirtió en una inagotable fuente de problemas para la defensa local.
Volvió a ser el vitoriano un equipo inconsistente, descabezado y plagado de altibajos. Su inicio resultó pletórico con una solvente cadencia anotadora y un interesante dinamismo ofensivo, pero volvieron a penalizarle los errores de los últimos tiempos. El segundo cuarto rememoró los peores fantasmas de las recientes derrotas con un plantel reo de sus dudas en la dirección o la tibieza para cerrar el rebote. Pese a un desastroso segundo cuarto presidido por las pérdidas y la nula clarividencia, el Valencia Basket no hizo sangre y se retiró al intermedio con una minima ventaja.
La dictadura levantina se fue haciendo más patente con el paso de los minutos merced a un claro control del tempo del partido y un Pleiss dominador bajo los aros que volvió a dejar en mal lugar a Voigtmann. El Baskonia, en cambio, se movió a impulsos. Emergió el ansiado halo de luz cuando Pedro Martínez decidió simultanear la presencia de sus dos bases y colocó a Granger en el dos. Ni un errático Timma, que cometió su cuarta falta mediado el tercer cuarto, ni Garino, una nula amenaza en ataque, recibieron un voto de confianza por parte del técnico catalán.
El uruguayo, ineficaz al frente del timón, rescató al cuadro alavés con su capacidad de desborde y su álgida producción anotadora. Suyas fueron las canastas cruciales en un emparejamiento desigual con el veterano Rafa Martínez. El Buesa Arena terminó entregado al sacrificio de sus pupilos, pero el Baskonia necesita pulir algunos defectos preocupantes que, ante un rival dotado de un mayor fondo de armario, se hubiesen pagado muy caros.
Estaba teniendo un día aciago hasta que el técnico le colocó como escolta. Su capacidad de desborde y su letal inspiración ofensiva apuntillaron a un Valencia al límite de las fuerzas.