vitoria - Como en casi todo en la vida, una de las claves del baloncesto es encontrar el equilibrio en el juego y, desgraciadamente, el Baskonia no fue capaz de dar con él ayer. El conjunto vitoriano mantuvo el tipo y ofreció un rendimiento más que correcto durante la primera media hora del duelo ante el Real Madrid pero en el cuarto final volvió a hacer aguas. Dos razones fundamentalmente explican este naufragio y en ambas está presente el desequilibrio. En primer lugar, la evidente diferencia entre ambos conjuntos en lo que a frescura física hace referencia. Y, como segunda pata de esta particular silla, otra que tiene bastante que ver con la anterior. La falta de puntería desde el exterior.
El combinado vitoriano lleva todo el curso seriamente mermado por las múltiples lesiones de sus jugadores, lo que ha obligado a los sanos a realizar un sobreesfuerzo que siempre termina pasando factura. Ayer no fue una excepción y a las ya conocidas bajas de McRae, Malmanis y Vildoza se unió la del letón Timma (más la decisión de Pedro Martínez de no conceder ni un solo minuto de juego a Voigtmann). Teniendo en cuenta que enfrente se encontraba un transatlántico como el Real Madrid con un fondo de armario al alcance de muy pocos, el riesgo resultaba evidente. Y acabó por convertirse en una triste realidad.
Mientras que las mejores piezas merengues alcanzaron el último parcial muy frescos físicamente y ofrecieron su versión más destacada -el joven Doncic es el mejor ejemplo-, por parte baskonista aparecía otra realidad diametralmente opuesta. Así, la falta de oxígeno pasó factura en las piernas y las cabezas de los azulgranas, que comenzaron a encadenar errores tanto en defensa como en ataque.
nublado por completo En esta última parcela resultó evidente la falta de acierto desde la larga distancia. Mientras que el Baskonia ofrece habitualmente números notables en este apartado, ayer únicamente pudo anotar seis de triples de los 23 que intentó. Un pobre 26% que se agudizó todavía más tras el descanso. Porque en los dos cuartos finales el conjunto vitoriano se nubló por completo y solo convirtió un lanzamiento desde más allá de la línea de 6.75 (Granger, a falta de 18.45 para el final para poner el 39-35 en el marcador provisional). Esa larga sequía, en la que probablemente tuvo mucha influencia la baja de Timma -uno de los especialistas en este apartado-, penalizó gravemente a un Baskonia que asistió impotente a la escapada final del Real Madrid.