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Voigtmann, espectador de lujo. No apostó en ningún momento por dos bases pese a la precariedad exterior, pero sí hizo coincidir a sus dos ‘cuatros’ en la recta final ante la inoperancia de Poirier. El francés e Ilimane coparon el protagonismo bajo los tableros ante la sorprendente ausencia de Voigtmann. El alemán, horrible en los últimos tiempos, se convirtió en una figura decorativa ante el Madrid.
Otra vez desfondado. Vacío de fuerzas y con las pilas gastadas, el Baskonia volvió a dar la de arena en un último cuarto donde mostró una preocupante impotencia y careció de rigor.
La aparición de Doncic. El esloveno calentó banquillo durante prácticamente la totalidad del primer y tercer cuarto, perro su exhibición final fue apabullante. Sus triples y su dominio del juego con varias asistencias hundieron a los locales.
Referentes escasos. Más allá de los chispazos de Huertas Shengelia, el conjunto vitoriano acusó la escasa pegada de varios jugadores inmersos en un claro bajón. Pedro Martínez apostó al final por dos ‘cuatros’, pero nada alteró el decorado.
vitoria - Sigue la cuesta abajo de un Baskonia que ayer encajó su tercera derrota consecutiva y ya se ve inmerso incluso en problemas para certificar su presencia en la próxima edición copera. En una inercia que se viene repitiendo de forma peligrosa en los últimos tiempos, el conjunto vitoriano se fue apagando progresivamente con el paso de los minutos hasta ceder ante un Real Madrid que se cobró su particular venganza tras la hiriente derrota continental en el Buesa Arena. Más leña al fuego de la inestabilidad azulgrana, agudizada ayer por la sensible baja de última hora de Janis Timma y el sorprendente ostracismo de Johannes Voigtmann.
Más allá de las ausencias, resulta sorprendente el desfondamiento de un equipo que hasta hace bien poco era una orquesta afinada y una máquina de desfigurar rivales. Ese paisaje idílico se ha evaporado en la actualidad con un Baskonia con la energía y la frescura bajo mínimos. Prueba de ello fue otro aterrador cuarto final donde, acribillado desde el 6,75 por los excelsos tiradores rivales, se quedó sin respuestas ante el poderío blanco. La aparición incontestable de Doncic contrastó con el hundimiento sin paliativos del anfitrión, nuevamente vacío de fuerzas en el epílogo a la hora de dar la réplica en un partido grande.
Para frustración de un Buesa Arena que empujó todo lo que pudo e incluso intimidó lo suyo a la terna arbitral, se vio reproducida una película muy vista en los últimos tiempos. La de un Baskonia abandonado por el rigor defensivo, lastrado por su pésima lectura del juego, incapaz de ver el aro visitante -tan solo Huertas y Shengelia metieron el miedo en el cuerpo a Laso- y con los plomos completamente fundidos.
el fondo de armario blanco Por contra, el Real Madrid agradeció la inspiración de su niño prodigio para hacer sangre. Doncic pasó desapercibido hasta un último cuarto rebosante de personalidad donde hizo del Buesa Arena el jardín de su casa con otra exhibición apabullante. Sus triples y, sobre todo, su dictadura en el juego apuntillaron a un anfitrión entregado y donde las soluciones de Pedro Martínez apenas alteraron el decorado. El técnico catalán se jugó la baza de dos cuatros en los minutos finales ante la inoperancia de Poirier, pero el Baskonia no dejó de manar sangre. De nada sirvió otra vez la aseada actuación azulgrana durante los tres cuartos anteriores.
Un pletórico Causeur, autor de 11 puntos en los ocho minutos iniciales, amargó la existencia al Baskonia en los primeros compases. El francés abusó de un Janning desorientado, pero el Real Madrid pronto se cercioró de la dureza del ambiente y pasó apuros ante la intensidad alavesa. El ingreso de Ilimane dio una vuelta de tuerca a este aspecto del juego tan poco solvente en las últimas fechas. Si Pablo Laso se presentó en el Buesa Arena con un juego interior bajo mínimos, la inestabilidad merengue en este apartado se vio agravada por los tempraneros problemas de faltas de sus contados hombres altos.
Con Thompkins o Tavares protegidos por el técnico vitoriano en el banquillo, emergieron todas las facilidades del mundo para hincar el diente al gigante blanco. Rudy y Doncic debieron ejercer durante muchos minutos como improvisados cuatros, por lo que llegaron infinidad de segundas opciones para un Baskonia en el que Voigtmann ejerció como espectador de lujo. La velada discurrió a partir del segundo cuarto con mínimas ventajas favorables al Baskonia, que amagó sin éxito con el despegue en el marcador. Siempre tuvo el aliento en el cogote de un Real Madrid que se permitió el lujo de reservar a Doncic hasta el tramo decisivo. El esloveno calentó banquillo durante prácticamente el primer cuarto y también el tercero, pero resurgió majestuoso a la hora de la verdad para abusar de los vitorianos. Laso lució su amplio fondo de armario mientras su estrella descansaba. Rudy, muy fresco tras salir de una lesión, ocasionó un roto con sus oleadas triplistas. El francotirador balear fue uno de los que terminó por demoler a un Baskonia con las pilas gastadas, derretido por el esfuerzo y con la lengua fuera. También hicieron daño Campazzo y Taylor, por no hablar del oficio de ese gladiador llamado Felipe Reyes.
Voluntarioso a más no poder y con determinación a la hora de encarar el aro blanco. Tomó una mayor iniciativa ofensiva de la que le corresponde, aunque también sufrió ante Campazzo.