Tras ofrecer una versión más terrenal y jugar a la ruleta rusa, el Baskonia conquistó ayer con oficio, sangre fría y esporádicas gotas de calidad la cancha en la que pretende ser uno de los invitados a la lustrosa fiesta de la Final a Cuatro en mayo del año que viene. Para alcanzar el sueño de Belgrado, el camino promete ser tortuoso en una Euroliga que penaliza cualquier desconexión y donde las victorias a domicilio se cotizan muy caras. Lo comprobó ayer el maratoniano azulgrana, obligado a exprimirse al máximo y que incluso se vio abajo en el marcador (75-73) en la recta final después de pegarse varios tiros en el pie.

Una velada de guante blanco, propicia en muchas fases para otro festín, se fue indigestando de mala manera, eso sí más por deméritos propios que por otra cosa. El Estrella Roja, repleto de carencias pero orgulloso, se rebeló ante un destino que parecía escrito. Tan solo se rindió definitivamente tras una canasta ganadora de Shengelia. Agobiado por el reloj de posesión, el georgiano salvó los muebles a falta de 16 segundos con una suspensión de cinco metros que enfrió los ánimos locales.

El capitán puso la rúbrica a un triunfo de oro, si bien fue un multidisciplinar Voigtmann -chico para todo en la jornada de ayer- quien sacó las castañas del fuego y sostuvo en sus peores momentos a un Baskonia con la lengua fuera por la insuficiente rotación y en el que varios jóvenes todavía están demasiado verdes para estas refriegas. Con un ejército bastante disminuido por las lesiones, la aparición testimonial de Vildoza o Miguel González o la simbólica presencia de Poirier, castigado por las faltas, pidió la hora en la capital serbia. Le salvó de la quema el fogonazo de talento de su capitán, al que no le tembló el pulso y justificó su liderazgo.

La tropa vitoriana continúa firme en la carrera por el Top 8, una zona de privilegio que todavía se resiste tras los triunfos cosechados ayer por varios rivales directos, aunque el sufrimiento fue mucho mayor del esperado ante uno de los rivales más endebles de la máxima competición. En uno de los partidos más oscuros de la dorada era Pedro Martínez, el Baskonia terminó resistiendo el acoso de un pujante Estrella Roja y no pierde la estela de los mejores en una Euroliga que ya va colocando en la zona noble a los favoritos.

El mastodóntico Kombank Arena registró una modesta entrada y esa gélida temperatura ambiental debía suponer un acicate inmejorable para prolongar el dulce momento de forma. Lejos de ser el infierno incandescente de campañas anteriores, en parte por la deriva y escasa pujanza de un anfitrión con telarañas en las arcas, la cancha balcánica casi se convirtió en una balsa de aceite para un Baskonia dominador desde los minutos iniciales pero que se sumergió en un callejón oscuro a medida que avanzaban los minutos.

El ingreso de un estelar Shengelia consolidó el dominio azulgrana. Pese a la estrecha marca de Bjelica, el georgiano destapó el tarro de las esencias. Su virtuosismo en ataque, traducido en canastas de todos los colores, destrozó la tierna defensa del Estrella Roja, huérfano por lesión de uno de sus mejores exponentes como Antic y en el que Rochestie no dio una a derechas con una deficiente carta de tiro. La pegada visitante también se nutrió de las continuaciones de Voigtmann, siempre liberado para anotar con extrema facilidad.

El Baskonia amagó con el despegue en varias ocasiones gracias a los réditos del pick and roll, pero adoleció de continuidad para satisfacer su objetivo. Las oleadas vitorianas no fueron tan concluyentes como en jornadas precedentes. El elevado caudal de pérdidas de los bases motivó que el conjunto serbio mantuviese vivas sus constantes vitales hasta prácticamente el epílogo. El talento de Dobric y la dictadura interior de Lessort, que empequeñeció hasta límites insospechados a un desesperante Poirier, tiñeron de sombras el futuro azulgrana. La igualdad se desequilibró con un triple de Timma, una canasta bajo el aro de Voigtmann y la acción final de Shengelia, el bombero imprescindible para tomar una cancha donde muy pocos grandes fallarán.

Sangre fría de Shengelia. El georgiano, cuyo ingreso en cancha permitió al Baskonia despegarse en el marcador, certificó la victoria a falta de 16 segundos con una suspensión exterior que enfrió los ánimos locales. Las continuaciones de Voigtmann también resultaron decisivas.

Excesivo sufrimiento. En condiciones normales, el conjunto vitoriano no debía haber pasado tantos apuros ante uno de los rivales más endebles de la Euroliga, pero la escasa rotación y sus numerosas lesiones le privaron de mantener el ritmo en el Kombank Arena.

Orgullo local. El Estrella Roja fue muy inferior durante toda la velada, pero llegó a colocarse arriba (75-73) a falta de cuatro minutos.

Shengelia fue el héroe final, pero el alemán se erigió en el azulgrana más estable en el Kombank Arena. Sus continuaciones resultaron letales. Multidisciplinar y omnipresente.