vitoria - En un club donde la figura del entrenador se encuentra en entredicho desde hace años y la confianza del presidente hacia dicha figura suele resentirse a las primeras de cambio, un viejo conocido como Pedro Martínez ha entrado definitivamente con el pie derecho en el Baskonia. La elección del catalán, segundo con más partidos dirigidos en la historia de la ACB tras Aíto García Reneses, no era un experimento ni un melón por abrir.
Afortunadamente atendió la llamada procedente del Buesa Arena porque estaba en el paro contra todo pronóstico pese a capitanear el pasado ejercicio el sorprendente título liguero cosechado por el Valencia Basket. Josean Querejeta recurrió a sus servicios en un momento de máxima necesidad después de que un superado Pablo Prigioni se cerciorara de su incapacidad para reconducir el rumbo y arrojara la toalla. Cuando no se cumple todavía ni un mes de su contratación, Martínez ya se agiganta en la sombra como el principal responsable de la resurrección del Baskonia.
El crecimiento azulgrana no se habría entendido bajo ningún concepto sin su sensatez al frente del timón. Forjador de un lavado de cara que ha sorprendido incluso hasta los más optimistas, Martínez ha insuflado aire fresco a un plantel en ruinas cuya autoestima se encontraba por los suelos. Sin temor a equívoco, es el culpable de la felicidad que inunda estos días el rostro de los aficionados. Un técnico amante del rigor y la disciplina táctica que ha sabido dotar de múltiples registros ofensivos a un Baskonia capaz de ver el aro como una auténtica piscina, sumergido en un estado de confianza descomunal con unos altísimos dígitos ofensivos y en el que el talento de los jugadores fluye a borbotones dentro de unas premisas innegociables de solidaridad, sacrificio defensivo y juego colectivo.
Para más inri, virtudes que ha impregnado en tan solo 25 días un entrenador que conocía de sobra la casa, comprobó hace más de una década cómo se las gasta Querejeta -fue despedido cuando el extinto TAU era segundo en la ACB- y asumió el reto de levantar a un conjunto que manaba sangre sin cesar. En un tiempo récord y sobreponiéndose al infortunio de las lesiones, Pedro Martínez ha conseguido rescatar al Baskonia de las catacumbas y asentarle como un bloque granítico que luce una pegada devastadora. Su sabiduría ayuda a divisar el horizonte con cierto optimismo pese a que la ubicación tanto en la ACB como la Euroliga todavía no se corresponde con el potencial de la plantilla.
roles definidos La velocidad de crucero es una realidad. De momento, el Baskonia ya se ha colado en los puestos que garantizan su presencia en febrero del año que viene en la Copa de Las Palmas. A nivel continental, también está a solo una victoria del Top 8 a las puertas de visitar una cancha accesible como el Kombank Arena de Belgrado. Resulta imposible hacer más en menos tiempo, pero la varita mágica de Pedro Martínez ha conseguido dar sus frutos ayudando al crecimiento de jugadores bajo sospecha en los albores de temporada y definiendo con puño de hierro una columna vertebral que los aficionados azulgranas ya recitan de memoria.
Si bien los porcentajes desde el 6,75 no están siendo terrenales con incluso más de un 50% de acierto, se enmarcan básicamente dentro de la dinámica ganadora en la que está inmerso el inquilino del Buesa Arena. No es menos cierto que detrás de los recientes atracones descansa la solidez, el altruismo y la intensidad de un colectivo que está jugando como los ángeles e imprime un ritmo frenético. Si prolonga este óptimo estado de forma, contados rivales podrán mirarle a los ojos a un Baskonia en el que el trío Granger-Beaubois-Shengelia lleva la voz cantante en el plano ofensivo.
Del uruguayo se sabía que era un superdotado físico y un base-escolta de gatillo fácil, pero su capacidad de asociación con los pívots ha sorprendido a propios y extraños. El elegante killer francés, superados ya sus problemas físicos en la rodilla, está desplegando un baloncesto de altos quilates, vive su momento más dulce en Vitoria y es capaz de fabricarse una canasta prácticamente de la nada. En el caso del georgiano, el buque insignia del proyecto que ha destapado sus dotes de liderazgo, cuesta encontrar en el mercado europeo otro cuatro que aúne tanta calidad, dinamismo y desborde en el poste bajo. Con múltiples registros a la hora de enfilar el camino hacia el aro rival, Toko se ha convertido en un filón para un club vendedor como el que habita en Zurbano.
Sin embargo, el Baskonia es mucho más en la actualidad que este trío de ases. Si bien las ausencias de Ilimane, Mcrae y Garino han reducido de forma notable el fondo de armario, Pedro Martínez puede seguir conformando quintetos de lo más solventes. La continuidad hasta el final de temporada de Janning alivia, en parte, las urgencias derivadas de los severos problemas de hombro del estadounidense. Huertas, Timma y Voigtmann, muy señalados en el arranque de la campaña por su discreto rendimiento, también han dado un paso al frente para disparar la cotización de los vitorianos.
Si ha habido un jugador que también ha agradecido el aterrizaje de Pedro Martínez, ese no es otro que Poirier, un cinco de grandísima proyección que ha aportado grandes dosis de intimidación atrás y que carga el rebote ofensivo de forma despiadada. Tan compacto y sobrio es el juego azulgrana que el debate sobre la imperiosa llegada de un cuatro parece haberse aplacado, al menos momentáneamente. A largo plazo, eso sí, nadie alberga dudas de que el Baskonia necesitará una pieza de más oficio y garantías que el bisoño Rinalds Malmanis, cumplidor y con un desparpajo admirable pero todavía falto de horas de vuelo al más alto nivel.