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Estreno complicado. El catalán tomó el sábado las riendas de un equipo absolutamente deprimido y tenía la difícil misión de tratar de reconducir la situación en apenas veinticuatro horas. Con el añadido de que el duelo ante el Zaragoza era el cuarto que disputaba el Baskonia en apenas siete días. Pese a algún momento de leve mejoría, el equipo mantuvo su caída libre. Tiene mucho trabajo por delante.
Buen inicio. Al contrario de lo que estaba siendo habitual hasta el momento, el Baskonia firmó ayer un buen arranque del encuentro. El primer cuarto fue lo mejor del duelo, con momentos incluso de buen baloncesto ofensivo y actividad defensiva más que correcta. Desgraciadamente, se quedó únicamente en un simple espejismo.
Tercer cuarto demoledor. El Baskonia cavó su propia tumba al regreso de los vestuarios con un pésimo tercer periodo en el que tardó más de tres minutos en anotar su primera canasta en juego y recibió un demoledor parcial de 3-16 para situarse doce abajo en el marcador. Una losa demasiado pesada.
vitoria - Sin variaciones. El enfermo permanece en la UVI sin signos de mejora. El último parte médico no ofrece progreso alguno y el colapso generalizado que ha llevado al Baskonia a esta delicada situación se mantiene desgraciadamente inalterado. Ese es el triste y preocupante balance tras el encuentro de ayer ante el Tecnyconta Zaragoza, que suponía el estreno de Pedro Martínez al frente del equipo. Al igual que los familiares de los hospitalizados desean que de cada visita de los doctores emane un diagnóstico menos grave que el de la jornada anterior, los aficionados azulgranas afrontaban la cita con la esperanza de que el relevo en el banquillo sirviera al menos para poder observar una evolución -aunque fuera pequeña- en su estado de salud. Tristemente no fue así y el plantel vitoriano sigue siendo incapaz de escapar de las penumbras de su juego. Como consecuencia, deambula por la pista sin encontrar el camino de salida del largo y oscuro túnel que está atravesando desde el inicio del curso.
Y eso que, en esta ocasión, el arranque de la contienda sirvió para esparcir un poco de ilusión entre las deprimidas gradas del Buesa Arena. El nuevo técnico local situó sobre la pista un novedoso quinteto inicial en el que destacaban las presencias de Huertas, McRae y Voigtmann -junto a los más habituales Beaubois y Shengelia- mientras que los hasta ahora prácticamente fijos Granger y Timma esperaban su turno en el banquillo. Esta pequeña revolución pareció conseguir los efectos buscados ya que, salvo el 0-2 inicial, el Baskonia llevó la iniciativa en el marcador durante todo el primer cuarto.
Pero es que lo hizo, además, con argumentos notables y mejorando en varios aspectos del juego. La circulación de la pelota fue sensiblemente mejor a la de encuentros anteriores, la alternancia entre los balones jugados por los interiores y los exteriores más que aceptable y el trabajo defensivo lo suficientemente sólido como para dejar a su adversario únicamente en catorce puntos en esos diez primeros minutos. Parecía, en definitiva, el escenario ideal para colocar la primera piedra de la reconstrucción de un conjunto amenazado de derribo.
Por desgracia, fue únicamente un espejismo. Como los suicidas que se empeñan en intentar acabar con su vida una vez tras otra, el Baskonia se esforzó lo indecible por perder el rumbo correcto que había mantenido hasta entonces y recaer en todos los graves errores que le han abocado a su preocupante estado actual. Al menos, la ventaja adquirida en el primer parcial le permitió maquillar el inicio de descomposición que se atisbaba en el segundo. Con los desajustes de nuevo presentes en su retaguardia, el Zaragoza no tuvo apenas problemas para encontrar la canasta e irse hasta los 24 puntos en este cuarto. Todo lo contrario que el conjunto azulgrana, cada vez más atascado en ataque. Con todo, el marcador al descanso todavía mantenía las opciones intactas (39-38).
Claro que el resultado era bastante más benévolo para los intereses locales que las sensaciones que transmitían ambos conjuntos sobre la pista. Lejos de servir para volver a la senda extraviada en ese periodo, el tiempo de descanso se convirtió en la desconexión definitiva para los de Pedro Martínez. De esta manera, el tercer cuarto fue su tumba. El equipo necesitó más de tres minutos para anotar su primera canasta en juego (42-44 a falta de 6.45 para el final) y en los primeros siete minutos encajó un demoledor parcial de 3-16 que llevó al Tecnyconta a disfrutar de su máxima ventaja, doce puntos (42-54) que se antojaban la definitiva sentencia de muerte.
Con estos números resultaba una quimera soñar siquiera con una posible remontada pero siete puntos seguidos permitieron al Baskonia sujetarse al duelo con un frágil hilo de vida. El último cuarto, sin embargo, arrancó con los mismos problemas para encontrar vías de anotación ante la defensa aragonesa. Pese a todo, una pequeña racha de acierto situó a los vitorianos a un solo punto (63-64) a falta de 3.22 para el final. Y ahí llegó de nuevo el colapso generalizado en toda su crudeza. Hasta cuatro triples consecutivos en una misma jugada fallaron los azulgranas (con 65-70 en el marcador y dos minutos por jugarse) antes de terminar dejándose llevar impotentes hasta su octava derrota del curso.
Volvió a ser el más entonado aunque la acumulación de esfuerzos le llevó también a cometer algunos errores. Lo intenta siempre y ahora mismo es el gran referente del equipo.