El lanzamiento desde la línea de tres puntos es uno de los factores del baloncesto actual en el que se buscan generar espacios en la zona para las penetraciones desde el arco, que pueden conducir directamente hacia la canasta o hacia los balones doblados de nuevo hacia el perímetro. Quien es capaz de dominar este juego, aprovechar los huecos y tener un acierto digno desde la línea de 6,75 metros, ya tiene mucho ganado en cada partido. Quien no encuentra un buen porcentaje en el lanzamiento lejano lleva cargada a sus espaldas una enorme cruz. Precisamente, lo que le está ocurriendo a un Baskonia extremadamente timorato en el tiro triple, con un nivel de acierto muy lejos de los mínimos exigibles durante todo el curso, un mal que se reprodujo ayer de nuevo con crudeza en la visita a un Bamberg que, por el contrario, sí que estuvo atinado para machacar a los vitorianos con buenos lanzamientos abiertos.
En este arranque de curso, el equipo antes dirigido por Pablo Prigioni y que ayer tuvo a Sergio Valdeolmillos al frente está teniendo unos graves problemas en la elaboración de su ataque. Todo lo que se sale del dos contra dos más simple se convierte en un calvario y la dificultad para generar ventajas es enorme. Recurrió a estos automatismos el técnico interino en el arranque, pero el problema llegó cuando se buscaron alternativas desde el lanzamiento exterior que no funcionaron.
Hasta diecinueve lanzamientos -menos que de costumbre- intentó el equipo baskonista, pero solo obtuvo cinco aciertos. Y varios de ellos en situaciones de compromiso, como un par de tiros de Jayson Granger en carrera y otro de Marcelinho Huertas al límite de la posesión. Un 26,3 % de acierto que supone un porcentaje muy poco competitivo. Con fallos en tiros liberados de buenos triplistas, pero también con lanzamientos realizados a destiempo y en malas posiciones. Un problema que el Bamberg detectó a la perfección para ir cerrándose en torno a la zona pintada con el paso de los minutos y poner mayores trabas a la circulación en las inmediaciones del aro, viendo que la mayoría de los triples, de los pocos triples, llegaban en situaciones indefendibles y no como resultado de un buen movimiento de balón.
Precisamente, todo lo contrario que se vio al otro lado de la cancha, donde los tiradores alemanes disfrutaron de situaciones de enorme ventaja -fenomenal el trabajo de bloqueos indirectos para Staiger, por ejemplo- para armar el brazo con comodidad. Así, con unas décimas de más para desarrollar la ejecución, el acierto crece exponencialmente, como evidencia el 11/29 (37,9 %) que determinó el triunfo local.