El juego del dos por dos y el bloqueo directo entre un jugador exterior y otro interior con sus diversas opciones en la continuación son la base del baloncesto actual y ayer el Baskonia evidenció unos problemas gravísimos para contener esa acción que supone el inicio de casi todas las jugadas ofensivas. Desde el enorme desequilibrio que el Herbalife Gran Canaria consiguió generar desde la cabecera de la zona se comenzó a gestar el hundimiento del equipo de Pablo Prigioni, que en ningún momento supo contener a un equipo amarillo que fue creciendo en confianza con un enorme acierto en los lanzamientos liberados que le llevó a firmar unos porcentajes de escándalo, sobre todo en el triple con un 51 % al final del encuentro para alcanzar los 100 puntos. Es evidente que, en este sentido, mucho hay que mejorar de cara al futuro porque con una defensa tan endeble no se puede ir a ninguna parte.
En los primeros partidos ante Barcelona y Estudiantes, el Baskonia había apostado por el cambio automático en el bloqueo directo. Se trata de una decisión en la que se prima cerrar los espacios al rival y que tiene la contrapartida de que se generen desventajas físicas en emparejamientos entre jugadores de diferentes complexiones. Precisamente, un desequilibrio que en el Palau Blaugrana explotó a la perfección Thomas Heurtel para machacar a los vitorianos cada vez que en un cambio de defensor se quedó emparejado con Johannes Voigtmann.
Parecía que el cambio automático iba a ser la elección definitiva de Prigioni para defender el bloqueo directo, pero ayer en Las Palmas se optó por una defensa un tanto diferente que el Gran Canaria penalizó una y otra vez. Con el exterior que defendía al hombre con balón pasando siempre por detrás del bloqueador o por detrás del propio atacante con posesión, se generaba un espacio que el interior no llegaba a cerrar porque ni se producía el cambio de hombre ni tampoco una ayuda corta del pívot que diese tiempo al jugador perimetral a recuperar a su par. Un agujero de unas décimas de segundo que los de Luis Casimiro castigaron con profusión y eficacia.
Los exteriores amarillos aprovecharon a la perfección esos espacios de indecisión para armar lanzamientos con comodidad. Excesivas facilidades para grandes tiradores, como un Markus Eriksson que masacró a los azulgranas. Tiros librados que cayeron como martillazos sobre la canasta vitoriana y que cargaron de confianza a un equipo local que, a base de acierto, hundió las opciones de los vitorianos hasta alcanzar el centenar de puntos con un brutal 15/29 en triples. Pero no solo eso, ya que el castigo, sobre todo a Marcelinho Huertas por parte de unos Albert Oliver y Gal Mekel que marcaron el ritmo del encuentro, fue una constante. Siempre unas décimas de segundo por detrás en cada bloqueo, el Baskonia se hundió en un agujero negro.
Mala defensa. El Baskonia ejecutó una muy mala defensa del 2x2 y el Gran Canaria aprovechó a la perfección los espacios que generó en el bloqueo directo para machacar a los vitorianos.
Cambio a peor. Prigioni había apostado por el cambio automático en los primeros partidos, pero ayer optó por mantener las marcas y faltaron ayudas.
51 %
El Herbalife Gran Canaria firmó un acierto en el lanzamiento exterior excepcional.
El Baskonia cosechó ayer un nuevo correctivo en Las Palmas de Gran Canaria, un lugar maldito donde su última victoria data ya del lejano 13 de octubre de 2012 cuando en aquel momento era dirigido desde el banquillo por Dusko Ivanovic.