vitoria - Al margen de aguardar un salto de calidad por parte de los numerosos fichajes previstos para la próxima temporada -tres como Marcelinho Huertas, Vincent Poirier y Janis Timma ya son oficiales, se esperan como mínimo otros tres más y a ello hay que añadir la vuelta del joven Luca Vildoza-, Pablo Prigioni también tiene otras obligaciones en el curso que supondrá su bautismo como entrenador de élite. El argentino, neófito en la materia y del que no hay ningún tipo de pista sobre el tipo de baloncesto que desea implantar o su trato hacia el jugador, genera de momento más incertidumbre que certezas por motivos obvios.

La suya es una de las apuestas más arriesgadas desde que Josean Querejeta lleva los designios del Baskonia, que si este verano ha decidido dar un brusco volantazo a un puesto tan crítico como el del banquillo fue, en parte, debido al descontento de la gestión del grupo llevada a cabo por Sito Alonso, en la diana de todas las críticas desde que dio sus primeros pasos en Vitoria.

Desde las altas esferas azulgranas se desliza que varios jugadores rindieron muy por debajo de las expectativas y eso es algo que se colocó básicamente en el debe del ahora técnico del Barcelona. Hubo tres casos sangrantes para el club con nombres y apellidos claros: Rodrigue Beaubois, Johannes Voigtmann y Tadas Sedekerskis. Por causas diferentes, ninguno alcanzó el nivel deseado brindando, en el caso de los dos primeros, un rendimiento muy inconstante o, en el caso del imberbe exterior lituano, siendo una figura decorativa en bastantes tramos de la campaña. Son piezas a las que Prigioni intentará sacar mucho más jugo en el futuro. Al menos, así lo desea un Baskonia que tiene depositadas grandes esperanzas en este trío.

Beaubois representó posiblemente la gran decepción. Fue fichado a bombo y platillo como el gran killer que necesitaba el Baskonia desde hacía tiempo, pero a la hora de la verdad paseó su instinto asesino en muy pocos partidos. El cuerpo técnico diseñó en la pizarra situaciones de uno contra uno y aclarados para propiciar su lucimiento, aunque el francés -un jugador demasiado gélido y que no deja entrever nunca su estado de ánimo con un rostro impertérrito- no estuvo a la altura. Tras el fichaje de Ricky Ledo en vísperas del arranque de las series finales por el título y a medida que los problemas físicos hicieron mella en él, el exNBA fue incluso perdiendo protagonismo en los esquemas de Sito. Con contrato en vigor hasta junio de 2018, el Baskonia le dará a Beaubois una segunda oportunidad para que definitivamente explote. Prigioni es consciente de ello y se pondrá manos a la obra para que su muñeca luzca más en un Buesa Arena expectante ante su futura aportación.

Menos censurable resultó el rendimiento de Voigtmann, cuya solidez fue de más a menos en una temporada donde el fracaso sin paliativos de Andrea Bargnani le obligó a asumir un protagonismo desmedido. En su primer año fuera de su país natal, el espigado alemán terminó pagando la fortísima exigencia que implica vestir la camiseta de un equipo de altos vuelos como el Baskonia. Junto a otro joven como Ilimane y ante los reiterados pasos a la enfermería de Il Mago, tuvo la ingrata misión de sostener el juego interior azulgrana. Por momentos, lo consiguió con un nivel por encima de lo esperado, pero el desgaste de una campaña agotadora a todos los niveles fue haciendo mella en su aportación al colectivo.

En cualquier caso, Voigtmann constituye una apuesta de futuro que no genera ningún tipo de duda en las altas esferas baskonistas. Con dos años de contrato por delante y un futuro prometedor, se espera que su rol suba enteros en Vitoria. Si algo se echó de menos en su primer curso fue una mayor presencia bajo los aros y algo de juego de espaldas al aro, virtudes que ya paseó en el Skyliners Frankfurt. Complexión física y corpulencia, desde luego, le sobran para no vivir únicamente de los tiros abiertos y erigirse en un pívot con más recursos. En ese sentido, Prigioni deberá obligarle a que dé un paso al frente.

protagonismo para tadas Por último, otro aspecto que levantó ampollas en el Baskonia durante la etapa de Sito fue el residual rol de Sedekerskis. Las dudas del preparador madrileño a la hora de dar continuidad a la imberbe promesa báltica quedaron de manifiesto desde un primer momento. Pese a que su buena fama a la hora de conceder oportunidades a los jóvenes quedó constatada durante sus etapas anteriores en Badalona o Bilbao, Alonso no encontró todos los momentos que posiblemente le hubiesen gustado para concederle la alternativa, tanto en la ACB como la Euroliga. “Que jueguen él e Ilimane dependerá únicamente de su ambición”, afirmó cuando se le cuestionó por sus contados minutos.

Sedekerskis no progresó todo lo que el Baskonia hubiese deseado y esta situación deberá solventarse con Prigioni al mando de las operaciones. La única manera de saber su techo como jugador es obviamente con una cierta continuidad. Si finalmente la entidad vitoriana apuesta por una plantilla de tan solo doce efectivos, tanto el lituano como Luca Vildoza lo tendrán algo más fácil para mostrar las buenas hechuras que apuntan. Prigioni tampoco es ajeno a esta imperiosa necesidad de promocionar a dos perlas con un gran recorrido a nivel internacional.