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Un quinteto redentor. Con todo perdido, retiró su confianza en pesos pesados que no estaban dando la talla y confió en jornaleros como Laprovittola, Blazic, Tillie o Ilimane. Su apuesta resultó exitosa, ya que cambió por completo el decorado de un partido que tenía muy mala pinta. El Baskonia regresa a casa con un 2-0 en contra difícil de explicar, pero todavía está vivo en la serie.
Otra muerte dulce que dejó un cuerpo horrible. El sueño de inmiscuir su figura en la Final Four de Estambul se le escurre de las manos al Baskonia, golpeado otra vez donde más duele y sin consuelo posible. Si el martes le sobraron dos minutos para hacer saltar la banca, ayer fue ajusticiado a 1,1 segundos del final. Más cruel, imposible. Un guión diseñado casi por su enemigo más acérrimo. Picar piedra hasta la extenuación para ver un día más cómo un mísero detalle le impide sellar un objetivo para el que es díficil contraer más méritos. Esfuerzo generoso y, sin embargo, a casa con las manos vacías. Con la sensación generalizada de que el CSKA está a su alcance, pero sin ningún fruto en su casillero que, de solo mirarlo, produce perplejidad.
Muy poquito se le puede reprochar a este Baskonia rebosante de corazón y pundonor que estuvo ayer a punto de obrar un imposible. Capaz de remontar la friolera de 17 puntos en prácticamente un cuarto a todo un campeón de Europa en su misma guarida, pero desfallecido una vez más en el último suspiro tras dejarse hasta el último aliento sobre la cancha. Sepultado esta vez a un segundo de la conclusión por dos tiros libres de Hines, un pívot dubitativo desde la línea de personal pero al que no le tembló el pulso tras capturar un providencial rebote ofensivo y recibir una clara falta de Laprovittola, su titánico esfuerzo acabó en la basura. Demasiado castigo para un colectivo que deberá ser muy fuerte psicológicamente para levantarse de la lona pese al calor que le brindará un Buesa Arena a buen seguro de uñas.
Segundo mazazo en apenas 48 horas y rabia infinita por la doble ocasión malograda. Queda el consuelo de que a los puntos ha sido mejor durante gran parte de los ochenta minutos, pero la expedición azulgrana retorna a Vitoria con un 2-0 en contra. Tan injusto como demoledor para un grupo ya sin red en esta Euroliga que languidece de forma cruel. El peor de todos los escenarios, aunque la posibilidad de alargar la incertidumbre cobra fuerza ante las enormes dudas del CSKA más vulnerable que se recuerda. Pocas veces se ha topado el Baskonia con un gigante tan poco fiable que en el pasado le ha llevado por la calle de la amargura. El ogro moscovita tiene grietas evidentes en su engranaje y a nadie le extrañaría un desempate viendo lo que unos y otros han puesto sobre la mesa. Un resultado que no hace justicia pero inapelable y difícil de digerir por cómo se han desarrollado los dos primeros asaltos. Pálida y pusilánime, la tropa alavesa encontró ayer una rendija milagrosa para agarrarse a un partido con muy mala pinta (64-47). Todo parecía perdido en medio de un desconcierto inexplicable.
la valentía de sito No existían noticias de pesos pesados como Larkin, Hanga o Shengelia, desfigurados e irreconocibles en ese gélido Megasport Arena donde cualquier sonido retumba ante la nula presión ambiental. Teodosic, amo y señor del tempo, estaba campando a sus anchas mediante una exhibición mayúscula. Su voracidad desde el 6,75 y su primorosa visión de juego obligaron a Sito Alonso a tomar una decisión drástica. Fuera los estilistas y apuesta por un quinteto de jornaleros dispuestos a endurecer el choque y morir en defensa, entre ellos Laprovittola, Blazic, Tillie e Ilimane. Cambió entonces por completo el decorado. Entre la desmedida relajación rusa y la ilimitada fe azulgrana, adquirió el choque una clara tonalidad azulgrana. Resurgió de las catacumbas el Baskonia, capaz de recortar la desventaja como esa pequeña hormiguita. Lenta pero segura pese a incurrir en algún error de bulto.
Desbrozaron los obreros el camino y regresaron los titulares para tratar de dar el golpe de gracia. El pánico se apoderó del CSKA, privado de la mejor versión de sus dos estrellas y con ciertos aires altaneros. Se agigantó bajo los aros Voigtmann, un torbellino sin antídotos en las filas locales. Después de que Jackson anotara con facilidad, Beaubois estableció la igualada con un triple lateral (82-82) tras un resbalón de Higgins. Con De Colo fuera de combate con su quinta personal, la prórroga podía ser una bendita realidad. Restaba efectuar una última defensa heroica. El tiro de Teodosic fue repelido por el aro, pero el rebote fue a parar a las manos de Hines. No perdonó el estadounidense desde el 4,60 y se marchó por el sumidero otra oportunidad de oro para nivelar la eliminatoria. La sexta Final Four de la historia se ha convertido ya en una misión casi imposible, aunque todavía queda un halo de esperanza a poco que el Buesa Arena ejerza el efecto intimidatorio que todo el mundo espera. Resta aprovechar el factor pista, controlar la ansiedad que produce un marcador tan desfavorable y también esperar que el trío arbitral no niegue de forma sibilina la ilusión de estirar una eliminatoria todavía viva.
Aunque se mostró algo intermitente, firmó una notable producción ofensiva y selló el triple que estableció la igualada a pocos segundos del final. Además, muy sacrificado en defensa.
Dos caras distintas. Un pésimo arranque del tercer cuarto, presidido por la letal exhibición de Teodosic, colocó al Baskonia contra las cuerdas. Sin embargo, resurgió de las catacumbas con un quinteto repleto de guerreros y llegó a igualar el marcador a falta de 12 segundos. El rebote ofensivo capturado por Hines le ajustició con crueldad.
Sin noticias de los líderes. El cuadro alavés estuvo a punto de dar la sorpresa pese a contar con una versión descafeinada de su estelar trío integrado por Larkin, Hanga y Shengelia. Con una fe ilimitada en sus posibilidades y grandes dosis de pundonor, su esfuerzo acabó un día más sin recompensa.