vitoria - En pocas oportunidades se podrá disfrutar en el baloncesto europeo de un ramillete de bases con más calidad que el compareció anoche en el Buesa Arena. Jugadores absolutamente consagrados con expedientes espectaculares a sus espaldas dispuestos a continuar agrandando su leyenda a costa de lo que haga falta. Milos Teodosic, Nando De Colo y Aaron Jackson por parte moscovita. Shane Larkin -con la ayuda más residual de Rafa Luz y Ni Laprovittola- en el bando local. La experiencia de los vigentes monarcas continentales frente al hambre voraz de una juventud dispuesta a tomar el relevo. Con este elenco sobre el parqué de Zurbano, no resulta en absoluto extraño que fuera precisamente ahí donde se decidiese la suerte de la contienda.
Como en las inolvidables películas del oeste en las que un mítico duelo al sol entre los antagonistas acaba determinando el final, el epílogo del choque de ayer regaló un enfrentamiento colosal entre dos jugadores que se escapan de la dimensión habitual. Si durante la mayor parte del choque fue De Colo el que con más fuerza castigó al Baskonia, en el momento de la verdad, cuando queman todos los balones, apareció el inigualable Teodosic para tomar el relevo.
Tras haber recurrido a sus argucias para tratar de desconcentrar a varios azulgranas y no conseguirlo, optó por buscar la reacción del CSKA destilando una dosis de su enorme talento.
Con 75-70 a falta de 1.46, el partido parecía encarrilado para los vitorianos. Entonces, el serbio se levantó para anotar un triple imposible. Acción que repitió treinta segundos después tras dos tiros libres de Shengelia (77-76). Por si fuera poco, castigó una pérdida de Hanga con una inverosímil asistencia para que Augustine colocara en ventaja a su equipo después de mucho tiempo (77-78 a falta de 40 segundos).
Llegó el turno entonces de Larkin, que aceptó gustoso el desafío y ni mucho menos se arrugó. Culminó una penetración -en todos sus anteriores intentos había sido taponado- con una suspensión celestial ante Hines que provocó un terremoto en el Buesa y, en la defensa final, estiró el brazo lo justo para robarle el balón a Teodosic y, esta vez sí, reclamar su condición de ganador del duelo.