vitoria - Cada vez más acuciado por los perseguidores tras su declive en la segunda vuelta de la Euroliga, el Baskonia afronta esta noche una jornada propicia para retornar a la senda positiva y alterar la preocupante inercia de unas últimas jornadas repletas de desencantos. No en vano, aterriza en el Buesa Arena el colista y posiblemente la gran decepción de la presente edición continental. Ante un Emporio Armani dominador en su devaluada liga doméstica pero escasamente competitivo cuando compite fuera de las fronteras, el cuadro vitoriano carece de margen de error. Será la primera de las siete finales que restan para recoger los frutos al excelente primer tramo europeo y certificar definitivamente el pasaporte hacia el Top 8.

La velada reúne, en principio, todos los condicionantes para dejar atrás la mala dinámica en la que están inmersos desde hace tiempo los pupilos de Sito Alonso. No solo comparece en la cancha de Zurbano uno de los rivales más flojos de la Euroliga, sino que además lo hace muy disminuido por culpa de dos sensibles ausencias en la cuerda exterior. Ni Zoran Dragic ni Krunoslav Simon, ambos lesionados, integraron ayer la expedición del Armani rumbo a Vitoria.

Por contra, el entrenador baskonista podrá disponer por fin de su plantilla al completo más de un mes después. Larkin forzará para ser de la partida pese a la sobrecarga muscular acaecida el pasado domingo en el Príncipe Felipe de Zaragoza, mientras que Shengelia retornará a la actividad tras perderse los trece últimos encuentros debido a una fisura en el peroné. Dado que Blazic puede actuar sin restricciones en la Euroliga y hay trece fichas, todos los dedos apuntan a Sedekerskis como el sacrificado.

La imperiosa vuelta del ala-pívot georgiano, el único con capacidad a la hora de actuar de espaldas al aro y propiciar situaciones de ventaja a los tiradores, debe constituir un soplo de aire fresco para el endeble juego interior azulgrana, en el que el irregular Voigtmann tiende a ser un coladero defensivo, Ilimane es una moneda al aire ante su consabida querencia a cometer faltas absurdas, Tillie sufre ante postes de gran complexión física y Bargnani apenas deja esporádicos rayos de luz frente a rivales de escaso prestigio.

El partido amanece también con aires de revancha para un Baskonia que cayó con claridad en la ida en el Mediolanum Forum milanés. Desde entonces, el rendimiento de ambos equipos ha sido desigual. El Baskonia ha ido hacia arriba y el Emporio Armani se ha venido abajo estrepitosamente con un Jasmin Repesa al borde de la destitución en varios tramos de la campaña.

inversión sin frutos Mientras el técnico croata está salvando a duras penas su cabeza, Alessandro Gentile -la díscola estrella del equipo con quien estaba enfrentado y acusado de crear un mal ambiente en el vestuario lombardo- hizo a finales del año pasado las maletas rumbo al Panathinaikos de Xavi Pascual. Fruto de innumerables problemas, la trayectoria del Armani está siendo decepcionante hasta la fecha habiendo ganado únicamente siete de los 23 partidos disputados.

El tirano de la Lega italiana hizo el pasado verano una fuerte inversión para conformar un proyecto ambicioso, pero sus sonados fichajes (Ricky Hickman, Miroslav Raduljica o el gravemente lesionado Zoran Dragic, que se destrozó la rodilla en el último compromiso doméstico ante el JuveCaserta) están pasando de puntillas. En definitiva, un rival muy frágil ante el que el Baskonia debe hacerse fuerte en casa para no seguir comprometiendo su continuidad entre la elite continental.

De los siete choques pendientes hasta la conclusión de la fase regular, el de hoy es con diferencia el más asequible para un combinado vitoriano que en las dos próximas jornadas se medirá a sendos candidatos al título: Fenerbahce y CSKA. Por todo ello, solo vale ganar para coger oxígeno en una tabla clasificatoria comprimida al máximo entre los puestos que van del sexto al décimo con apenas tres victorias de diferencia. De reincidir en las flaquezas, perseguidores hambrientos de gloria como el Darussafaka o el Zalgiris terminarán dando un serio disgusto.