vitoria - El marcador reflejaba un esperanzador 87-79 a favor del Baskonia después de que Adam Hanga hubiera anotado el cuarto triple de la noche. El Buesa Arena rugía con fuerza y el cosquilleo de una nueva final copera comenzó a invadir a más de un nostálgico que hace tiempo no divisa la silueta azulgrana en la final de un gran torneo. Nadie habría sospechado entonces que ese embriagador momento de felicidad sería el preludio de la fatalidad y otra derrota cruel.

Se escapó vivo un Real Madrid con más vidas que un gato, aunque fue el propio Baskonia quien propició la resurrección blanca con una incomprensible espiral de errores entre los minutos 37 y 40. Randolph acortó distancias con un triple (87-82) que precedió un tiempo muerto de televisión. Sito Alonso llamó a filas a sus pupilos, pero su mensaje no caló hondo porque el Baskonia sería un mar de dudas hasta la conclusión del tiempo reglamentario. Entre medias, un par de pérdidas inocentes a cargo de Voigtmann y un ramillete de ataques mal ejecutados. Llull anotó dos canastas consecutivas para colocar un inquietante 87-86. Beaubois amplió el colchón de seguridad para los vitorianos gracias a una entrada voraz (89-86), pero todavía restaba un mundo. Desperdició Nocioni un triple, aunque el rebote fue a parar a manos de Doncic. El genio esloveno sacó el balón fuera y, después de una finta, el balear hizo diana desde el 6,75 (89-89).

A falta de 36 segundos para el final, la posesión era azulgrana. Manoseó el balón Larkin sin trazar una jugada que pusiera en aprietos a la defensa merengue. Sin amigos a los que asistir, el base de Cincinnati se jugó un triple a la desesperada y en mala posición que fue repelido por el aro. En esa interminable secuencia de malas decisiones, malgastó su oportunidad un Baskonia con miedo a ganar y sin el poso de un equipo campeón. Sucedió en la pasada Final a Cuatro de Berlín con un pasaporte para la final de la Euroliga en juego -Adams se erigió entonces en el protagonista negativo- y sucedió otra vez en la jornada de ayer.

Para desesperación de un Buesa Arena que lo vio tan cerca, se escurrió la posibilidad de pelear esta tarde por la gloria con una caótica gestión de los minutos finales. La formación vitoriana se disfrazó de perdonavidas ante el Real Madrid, que resurgió de la tumba por segundo día consecutiva tras estar el pasado jueves a merced del Andorra. Solo Beaubois fue inmune a la presión de jugarse los balones calientes con un mínimo de eficacia. El Baskonia ha recobrado el gen competitivo de años atrás, pero todavía se resiste el acceso a los títulos. Un salto cualitativo que se viene echando de menos desde hace varias temporadas.