Vitoria - Lo bueno del ajetreado calendario del Baskonia es que siempre concede oportunidades para la redención y dejar atrás una puntual mala noche. El conjunto vitoriano naufragó el martes con estrépito en el Gran Canaria Arena pero apenas 48 horas, eso sí con un margen escaso de tiempo para reponer fuerzas, vuelve a saltar al ruedo en busca de una victoria que le reconcilie con su afición. En un marco mucho más atractivo para todos como la Euroliga, los pupilos de Sito Alonso reciben al Maccabi dispuestos a poner el broche de oro a una excelente primera vuelta. Alcanzar las diez victorias permitiría superar todas las expectativas fijadas al inicio de la temporada cuando se dio el pistoletazo de salida al torneo más exigente de la historia y dejaría la clasificación hacia cuartos de final completamente encauzada pese a lo mucho que aún resta por jugarse.

Sin embargo, el Baskonia debe ir día a día y no puede ni debe dormirse en los laureles. En esta Euroliga no hay ningún partido fácil y por mucho que el visitante de esta noche esté firmando una trayectoria decepcionante no puede minusvalorar a un equipo con gran tradición y prestigio en estas lides continentales. Con el letón Ainars Bagatskis al mando de las operaciones y el ya restablecido Quincy Miller en nómina, el Maccabi comparece en Vitoria con la soga al cuello y obligado a sumar para mejorar un balance ciertamente discreto que le retiene en el vagón de cola.

El aliento del Buesa Arena será el mejor aliado con el fin de que el Baskonia se mantenga en la pelea por la segunda posición, algo que no pudo conseguir la semana pasada al sucumbir por la mínima en el OAKA. Como anfitrión, el equipo vitoriano se está mostrando prácticamente inabordable al haber sumado seis victorias en siete encuentros -el único disgusto data de la visita del Olympiacos- y consigue elevar muchos enteros tanto su nivel de agresividad como de acierto.

Para hacer frente a un rival eminentemente físico y con multitud de americanos entre sus filas, no quedará otro remedio que endurecer el juego y ofrecer una cara diametralmente opuesta a la de Las Palmas, donde el Baskonia dejó síntomas preocupantes. Sin margen para reponerse físicamente del esfuerzo ante el Gran Canaria ni tampoco preparar el partido en el plano táctico, el empuje del sexto jugador se antoja vital para insuflar fuerzas a un colectivo con sonadas deserciones en los últimos tiempos. Entre jugadores inmersos en un bajón (Larkin, Blazic, Voigtmann...), lesiones y piezas pendientes de la consecución de un tono físico ideal (Prigioni), la rotación azulgrana se está viendo bastante menguada.

El Maccabi vuelve a tener un sello de equipo americanizado, algo que no le está proporcionando grandes frutos a tenor de sus decepcionantes resultados. Hasta nueve de sus jugadores son nacidos al otro lado del Atlántico, entre ellos el exbaskonista Colton Iverson, que salió por la puerta de atrás de la capital alavesa tras exigir la ruptura unilateral de su contrato a la FIBA por el impago de una parte de su salario. Como la mayoría de los equipos hoy en día, se nutre de la mordiente de sus letales hombres de perímetro, donde sobresalen Goudelock y Weems. Ambos pistoleros, con una calidad contrastada, han retornado esta temporada a la Euroliga tras sendas experiencias en China y la NBA, respectivamente. En espera de la respuesta de Miller, su fichaje estrella del verano que reaparece hoy tras una larga lesión, la versatilidad del triplista Smith y el poderío físico de Zirbes serán otras amenazas a tener en cuenta.