Vitoria - El Baskonia comprobó recientemente que poblar una plantilla de estadounidenses es un ejercicio de alto riesgo. Con la extrema necesidad de reducir costes y aligerar la masa salarial, aterrizaron en el Buesa Arena de la mano de Marco Crespi un puñado de jugadores procedentes del otro lado del Atlántico y el resultado es conocido por todos. La mayoría fue incapaz de elevar el nivel del equipo en medio de una inestabilidad perniciosa. Difíciles de ensamblar en cualquier colectivo, problemáticos a la hora de hacer grupo y con un ego, a menudo, desmedido, no suele reportar demasiados réditos implantar una filosofía seguida ya por muy pocos clubes en Europa.
Pues bien, si hay un exponente de esta peligrosa americanización ese no es otro que el Maccabi. En sus filas cuenta esta temporada con la friolera de nueve baloncestistas, aunque alguno de ellos tiene el pasaporte israelí para poder disputar sin problemas la liga doméstica. Estrellas consagradas como Andrew Goudelock o Sonny Weems, viejos rostros conocidos de la ACB como Colton Iverson (Baskonia), Devin Smith (Gipuzkoa Basket) o DJ Seeley (Gran Canaria), la sensación de la pasada Euroliga en el Estrella Roja (Quincy Miller), uno de los mejores proyectos de South Florida (Victor Rudd) y los nacionalizados Sylven Landesberg y Joe Alexander -este último no jugará en Vitoria por lesión- integran una lista interminable. Demasiada agitación para un vestuario repleto de piezas díscolas, lo que puede estar detrás de la errática trayectoria del oponente azulgrana.
Tras el reciente nombramiento de Ainars Bagatskis, que ejercía las labores de ayudante en el Darussafaka turco, ya son cuatro los técnicos que han estado al frente del banquillo israelí, lo más parecido a una silla eléctrica. Erez Edelshtein, Rami Hadar y Lior Lubin le han precedido en el cargo. Desde la marcha a los Cavaliers de David Blatt, con quien el Maccabi conquistó su sexta y última Euroliga en 2014 derrotando en la gran final al Real Madrid, Shimon Mizrahi carece de ojo clínico para incorporar a una figura de relumbrón que permita a su equipo estar otra vez a la altura de los mejores.