vitoria - Desde que en el verano de 2011 el vitoriano Pablo Laso tomó las riendas del Real Madrid, el conjunto blanco realizó una clara apuesta por el baloncesto de calidad en el que, además lógicamente de tratar de conseguir los mejores resultados posibles, se buscaba también divertir a los espectadores. Sobre el pilar de una plantilla siempre repleta de calidad y talento, la escuadra merengue ha ido acumulando éxitos a lo largo de este último lustro convirtiéndose en el principal rival a batir en prácticamente todas las competiciones.
Si hay un jugador que ha abanderado ese estilo ese ha sido sin ninguna duda Sergio Rodríguez. Por eso cuando el pasado verano y de manera bastante inesperada los Sixers le presentaron al canario un contrato irrechazable para convencerle de iniciar su segunda etapa en la NBA, un pequeño terremoto afectó a la casa blanca. Repescado por la liga norteamericana, el Madrid se quedaba sin su magia y debía encontrar un nuevo camino por el que avanzar hacia el futuro.
Y en esa complicada tesitura, optó por un pequeño cambio de rumbo. De esta manera, optó por sustituir la imaginación con músculo. Sacrificando algo de creatividad a cambio de una mayor consistencia física. Como consecuencia de todo ello, el conjunto al que se medirá esta noche el Baskonia es probablemente uno de los más sólidos en este terreno. Los fichajes de Draper, Randolph y Hunter han llenado de fuerza y músculos el vestuario blanco, convirtiéndolo en un fortín casi inexpugnable. Una imagen que ejemplifica a la perfección este cambio de fisonomía es el espectacular mate que realizó Randolph el pasado domingo en el derbi madrileño saltando por encima del estudiantil Wilson. Pura fuerza ante la que el Baskonia tendrá que derrochar intensidad y acierto para poder sacar algo positivo de su visita al recién estrenado líder de la ACB.