vitoria - El encuentro de anoche en el Buesa Arena duró, como establece el reglamento, los habituales cuarenta minutos. Sin embargo, puede resumirse en apenas dos. 120 frenéticos segundos en los que el Baskonia pisó a fondo el acelerador de sus revoluciones tanto en defensa como en ataque para, en un santiamén, borrar de la pista a un Andorra que llegaba a la cita imbatido y regalarse un epílogo tranquilo en el que poder dar descanso a sus principales estiletes. Ese vendaval azulgrana se produjo en el tercer cuarto, poco después del regreso de los vestuarios, y sirvió para constatar la velocidad de más de que dispone la escuadra de Zurbano respecto a la mayoría de los conjuntos de la ACB.

Una exhibición que llegó justo después de que, en el segundo acto de la contienda, el plantel de Sito Alonso hubiese mostrado algunos síntomas preocupantes que permitieron a su oponente mantener las esperanzas de encontrar premio en su visita a Vitoria. Porque la verdad es que el Baskonia ya había dispuesto de una primera oportunidad de romper el duelo antes pero la dejó escapar por errores propios.

Como se está convirtiendo ya casi en norma de obligado cumplimiento, el choque arrancó con Shengelia como indiscutible protagonista. El georgiano anotó los seis primeros puntos del cuadro local y lideró la puesta en escena azulgrana para alcanzar una renta de nueve puntos (19-10 a falta de 4.19 para el final del cuarto inicial) que parecía anticipar una plácida faena de aliño. Sin embargo no se cumplió el pronóstico. El Andorra se resistió a que el partido se resolviese por la vía rápida y, apoyado fundamentalmente en la aportación de sus jugadores de la segunda unidad y las facilidades defensivas del Baskonia, consiguió restablecer poco a poco el equilibrio en el marcador. Los diez primeros minutos concluyeron con un incierto 28-25 y, lejos de dar paso a un cambio de escenario significativo, el segundo parcial prosiguió por los mismos derroteros.

Mientras que el combinado alavés continuaba sin recuperar el ritmo y la intensidad que había esbozado en el arranque, el Morabanc seguía tirando de acierto en ataque para mantenerse adosado como una lapa a su oponente. De hecho, llegó incluso a estar por delante en el marcador. Con estas sensaciones enfilaron los equipos el camino de los vestuarios en el descanso y más de una duda flotando en el ambiente del Buesa.

Incógnitas que desaparecieron por completo en un abrir y cerrar de ojos. Tras algo más de un minuto de tanteo, el Baskonia se decidió a finiquitar la contienda por la vía rápida y recurrió a todo su arsenal para endosar un demoledor parcial de 13-0 en poco más de 120 frenéticos segundos en los que el Morabanc únicamente pudo correr la pista de arriba a abajo persiguiendo a un fantasma imposible de alcanzar. Partiendo desde una defensa atosigante que llevó a su rival a enlazar pérdidas que eran castigadas de modo inmisericorde con canastas fáciles, la escuadra azulgrana abrió una brecha insalvable que llegó hasta los dieciocho puntos (68-50). Restaban todavía más de quince minutos por disputarse pero si la diferencia era grande en el marcador, se convertía en una auténtica falla en lo que a las sensaciones hacía referencia. De esta manera, aunque el Andorra recobró mínimamente el pulso, los de Sito Alonso continuaron con su particular festival hasta acabar el tercer cuarto con 36 puntos anotados.

Una auténtica losa para cualquier equipo que, evidentemente, también lo fue para los discípulos de Joan Peñarroya. A partir de ahí, los diez minutos finales de la contienda sobraron por completo. Con un Baskonia que se sabía ganador y un Morabanc incapaz de creer siquiera en la quimera de la remontada, ambos conjuntos se dedicaron a enlazar un error tras otro para rubricar un epílogo poco apto para gourmets. Pero ya daba igual. El cuadro azulgrana había logrado su objetivo en dos minutos letales.