berlín - Como los guerreros antes de la gran batalla, también las hordas baskonistas aprovecharon la mañana de ayer para desconectar de la Final Four y ejercer de turistas, aunque solo fuese por unas horas. Fue lo que jocosamente describió un miembro de la siempre bulliciosa fanfarre Biotxatarrak, que ayer seguían recibiendo a los últimos colegas procedentes desde Vitoria: “Hemos hecho un poco de turismojen antes de la gran batalla”, acentuaba con recochineo alemán el mismo músico a la altura de una de las zonas más visitadas del Muro de Berlín, al que el pueblo berlinés acostumbra a calificar como “la topografía del horror”. Nunca en masa pero sí agrupados en pequeños círculos, la marea azulgrana comenzó a teñir las calles de la capital alemana desde primera hora de la mañana. “Como para no hacerlo”, significó Iñaki Larrea, que tuvo que saltar de la cama porque en la habitación de su hotel no había ni persianas ni nada que se lo pareciese. Como quiera además que Berlín amaneció ayer con una luz fantástica, los rayos de sol hicieron el resto. Ducha, equipación al completo, desayuno y a patear la ciudad. Así fueron cayendo reclamos turísticos como el tristemente famoso Muro, la puerta de Brandenburgo, el Museo del Holocausto o el Checkpoint Charlie, un vestigio del pasado, el más famoso de los pasos fronterizos del Muro de Berlín entre 1945 y 1990. Al filo del mediodía, la seriedad del turisteo oficial tocó a su fin para dar pasa a la fiesta, la música y la cerveza.
De nuevo las inmediaciones de la Baskonia etxea volvieron a congregar a cientos de aficionados, curiosos alemanes que no entendían nada e incluso la propia hincha turca del Fenerbahçe, con la que solo hubo un magnífico hermanamiento. La txaranga animaba el cotarro sin cesar al ritmo del “Baskonia, Baskonia” hasta que al filo de las cinco de la tarde se levantó el campamento. El Ayuntamiento local facilitó entonces las cosas trasladando a todos los aficionados gratis hasta el pabellón. La suerte estaba echada.