vitoria - Acariciar la gloria de los cuartos de final de la Euroliga implica un peaje a nivel doméstico. El tremendo sacrificio que está suponiendo para una plantilla justa volar tan alto fuera de las fronteras tiene su indudable contrapunto a la hora de competir en le ACB, donde el Baskonia pierde comba con tres derrotas consecutivas que le han descabalgado de la pelea por la tercera posición. La continuidad de los esfuerzos se está convirtiendo durante los últimos tiempos en la asignatura pendiente para el conjunto dirigido por Velimir Perasovic, que sufre a la hora de enlazar dos grandes actuaciones en el corto intervalo de 48 ó 72 horas.

Simultanear con eficacia dos competiciones tan exigentes obliga a disponer de un ejército numeroso y el Laboral Kutxa carece desgraciadamente hoy en día de esa inagotable batería de recursos. Es un grupo que va al límite y rinde día sí y al siguiente también por encima de lo que dictan sus propias posibilidades, pero los milagros se cuentan ya con los dedos de una mano.

Entre lesiones inoportunas que han afectado a primeros espada, puntuales bajones de rendimiento que a estas alturas son comprensibles y ostracismos decretados por el técnico croata, el azulgrana es actualmente un bloque demasiado corto de efectivos que malvive a la hora de no sufrir altibajos cuando debe exprimirse al máximo en dos jornadas separadas por escaso margen. Tras su titánico y conmovedor espíritu de superación para haber dejado a tiro el Top 8, la vuelta al torneo doméstico está deparándole al Baskonia algunas decepciones hasta cierto punto lógicas.

La enorme fatiga física y psicológica que implica simultanear la ACB y la Euroliga, donde parece estar dando en este instante el do de pecho y se encuentra focalizada la mente de la formación alavesa, comienza a penalizar a un conjunto cuya columna vertebral es conocida al dedillo por todos. Si algo no ha conseguido el extraordinario libreto de Perasovic desde el inicio de la campaña es involucrar a todos sus hombres para hacer del Laboral Kutxa un equipo redondo. Antes de que el menisco de Shengelia o la espalda de Causeur dijeran basta, se ha echado de menos la aportación de algún elemento de la segunda unidad que permita mostrar a los vitorianos un mayor grado de frescura a estas alturas.

un ejército menguante Mientras rivales armados hasta los dientes como Barcelona y Real Madrid están obligados a hacer convocatorias en cada partido y se permiten el lujo de oxigenar a las piezas más cargadas de minutos en un inequívoco síntoma de opulencia, Perasovic no dispone de esos lujos a su alcance. En manos del balcánico, eso sí, queda la ingrata tarea de, en la medida de lo posible, seguir optimizando al máximo los recursos de un plantel sometido a una exigencia sobrehumana en estos meses. Ahí aparecen los nombres de Planinic y Corbacho, convertidos en ciertos momentos en un expediente X y carentes del protagonismo que muchos intuían cuando echó a rodar el nuevo proyecto.

Números en la mano, Perasovic ha ido perdiendo soldados conforme avanzaba el actual ejercicio. De las trece fichas profesionales, hay que eliminar en estos instantes a dos lesionados (Causeur y Shengelia) cuya ascendencia en el juego no era precisamente baladí. Si a ello se suma que Mamadou Diop solo ayuda en los entrenamientos y otras tres piezas como el alero balear, el poste balcánico -dado de baja en la ACB para que el club se ajuste a la reglamentación vigente tras la lesión del georgiano- y recientemente Ilimane Diop, sin minutos en los dos últimos compromisos ante Barcelona y Gran Canaria, no disponen de la confianza ilimitada del principal responsable del banquillo, el escuadrón azulgrana acude bastante diezmado a las sucesivas guerras.

Ello también implica que el rendimiento de los integrantes de la espina dorsal vaya resintiéndose poco a poco. Mientras Adams -inmerso en un pronunciado bache- y un James cotizando al alza acumulan una media de minutos bastante similar al frente del timón, el desequilibrio resulta más evidente en otras demarcaciones. En la cuerda exterior, Causeur y Hanga han mostrado algún síntoma de tener la aguja del combustible en la reserva con Blazic siempre como única alternativa convincente para el descanso. Por dentro, un inconmensurable Bourousis ha sostenido por sí solo al Baskonia sin que Planinic e Ilimane se hayan convertido con cierta continuidad en escuderos fiables. A sus 32 años, el griego no posee una edad como para ejercer sistemáticamente de apagafuegos en sus equipos.