vitoria - Tras el estropicio ante el Unicaja que resucitó las peores pesadillas de ejercicios anteriores, sobre el papel no aterriza hoy en el Buesa el mejor visitante posible para recobrar las buenas sensaciones. No obstante, es tal la trascendencia de la velada prevista esta noche que el Baskonia está obligado a dejar atrás la depresión, activarse en todos los sentidos y sufrir una transformación radical si quiere dejar virtualmente sentenciado el billete hacia los cuartos de final de la Euroliga.
Por tanto, toca hacer borrón y cuenta nueva tras la nefasta actuación del domingo para centrarse en otro dragón de muchas cabezas como el Barcelona, a quien ha derrotado en dos ocasiones esta temporada en la prórroga. En caso de hacerlo una tercera al amparo de su público se convertiría tres años después otra vez en uno de los ocho mejores del Viejo Continente. Un caramelo demasiado apetitoso como para despertar cuanto antes del mal sueño que supuso la fatídica visita de los costasoleños.
En la antepenúltima jornada del Top 16, el Laboral Kutxa quiere poner el broche de oro a su espectacular trayectoria dentro del bautizado como grupo de la muerte en la Euroliga. Necesita un último impulso para avanzar hacia el Top 8 y, de paso, asegurarse la ventaja de campo en el cruce previo a la Final a Cuatro de Berlín. Ahora que se divisa tan cerca un objetivo para el que ha peleado de forma denodada durante meses es cuando se produce el temblor de piernas y hace acto de presencia el vértigo a un éxito de dimensiones siderales.
El desgaste físico y anímico de la temporada se palpa cada vez más, pero Perasovic y sus discípulos deben recordar que disponen de una oportunidad de oro ante un Barcelona que lejos del Palau ha evidenciado síntomas de vulnerabilidad a lo largo de la segunda fase de la Euroliga. De hecho, solo ha ganado en el Barclaycard Center de Madrid y gracias a un tiro sobre la bocina de Doellman, el hombre de las canastas milagrosas que le ha permitido seguir vivo a estas alturas del torneo.
El Buesa Arena debe ser una caldera para empujar a jugadores y técnicos hacia la guinda de un premio impensable cuando se desataron las hostilidades en el Top 16. Donde no llegue el juego, ahí debe aparecer el aliento de una grada que convertirá la pista de Zurbano en un infierno para los culés a poco que detecte actitud, entrega y pasión. Ingredientes que se echaron de menos ante el Unicaja y que el Laboral Kutxa debe poner encima de la mesa para no verse triturado por un rival mucho más largo y dotado de interminables recursos.
No falta de nada en el lustroso plantel blaugrana y el desequilibrio numérico a favor de Pascual -especialmente en una zona desigual en cuanto a kilos, músculo e intimidación- es abrumador pese a las bajas de Ribas y Navarro. Sin embargo, el conjunto alavés ya ha demostrado que sabe buscarle las cosquillas a escuadras de mayor pedigrí. Para ello, Perasovic necesita recuperar la mejor versión de varias piezas -léase Bourousis, Causeur, Tillie o Bertans- difuminadas en los últimos tiempos.
Entre el cansancio acumulado, lesiones y bajas formas, la preocupación es latente antes de recibir a un Barcelona que puede permitirse muchos lujos gracias a un plantel con puestos hasta por triplicado. Además de recuperar el altruismo y la solidaridad en ataque, cualquier premisa para ser nuevamente un conjunto fiable y reconocible pasa por pasear esa mordiente defensiva extraviada ante el Sevilla, el CSKA y el Unicaja. El sacrificio atrás es innegociable para un grupo que carece del talento de otros rivales.