vitoria - CSKA y Baskonia protagonizan esta tarde un nuevo capítulo de la histórica rivalidad que llevan manteniendo durante los últimos años en la Euroliga. El partido se las trae habida cuenta de que se encuentra en juego el liderato del grupo F y amanece con cierto morbo después de la incendiaria rueda de prensa ofrecida por Dimitris Itoudis al poco de que su equipo hincara la rodilla en el Buesa Arena. Antes del salto inicial, el cuadro vitoriano ya es consciente de que no le espera precisamente un recibimiento cálido ni tampoco un anfitrión sumergido en la autocomplacencia. Más bien, todo lo contrario.
Anida en los rusos un deseo de venganza y ese es un arma de doble filo a la vista de su tremendo potencial en todas las líneas. Por si ello no fuera poco, su cruel derrota en el Palau Blaugrana tras un infantil regalo de Milos Teodosic le coloca en un estado de cierta necesidad. Y todo ello aderezado de la tradicional sospecha arbitral cada vez que toca competir en la gélida Moscú.
La del Megasport Arena será la primera de las cuatro finales para rematar un billete hacia el Top 8 que, si bien está perfectamente encauzado tras la exhibición ante el Khimki, todavía precisa de un último empujón para hacerse realidad. No parece hoy ni el rival ni el lugar más propicios, pero los discípulos de Perasovic tratarán de hacer frente con sus tradicionales armas a un adversario aparentemente inabordable.
El mérito de la formación azulgrana reside en haber llegado a estas alturas en una situación tan privilegiada. Todo lo que venga a partir de ahora será un regalo caído del cielo, aunque es obvio que tanto técnicos como plantilla quieren poner el broche de oro a la espectacular trayectoria firmada desde el comienzo del Top 16. Ahora que divisa la posibilidad de colarse entre los ocho mejores del Viejo Continente, no debería escurrirse de las manos un botín de un valor incalculable para orgullo de un afición que ha recuperado la ilusión. Una vez quede certificada matemáticamente la clasificación, ya podrá pensarse en metas más ambiciosas como la consecución de la ventaja de campo para el cruce previo a la Final Four de Berlín. Con un calendario ciertamente complejo por delante, eso sí, no conviene distraerse ni pensar que todo está hecho.
De momento, bien hará Perasovic y su séquito en poner los cinco sentidos en la difícil tarea de contener la pegada y mordiente ofensiva de este CSKA de gatillo fácil. Capitaneado por el discutido Teodosic y De Colo, dos de los tres máximos anotadores de la Euroliga en estos momentos, el combinado ruso se muestra intratable como local. Tan solo el Unicaja le ha encontrado un resquicio de debilidad desde el inicio del torneo. Con excepción de la derrota ante los malagueños, ha resuelto los restantes compromisos con una comodidad extrema y sumando casi la centena de puntos.
El serbio y el francés son la punta de lanza de un conjunto que también presenta otras amenazas como el músculo del fornido Hines bajo los aros, el ritmo del vertiginoso Jackson al frente del timón o los tiros abiertos de los versátiles Vorontsevich y Fridzon. Itoudis trata a la vez de recuperar la mejor versión del exACB Freeland, su fichaje estrella para este ejercicio pero al que las lesiones han maltratado sin piedad. Las bajas de sus cuatros (Nichols y Khryapa) no merman ni un ápice el descomunal poderío del CSKA.
La premisa para dar la sorpresa pasará básicamente por reducir su álgido caudal anotador, algo que el Laboral Kutxa ya consiguió en la ida dejando a la máquina moscovita en apenas 71 puntos. Fuera del Buesa Arena, donde se ausentó De Colo, este objetivo será obviamente mucho más complicado. El reciente precedente ante el Baloncesto Sevilla no invita al optimismo, pero si algo ha puesto de manifiesto esta campaña el grupo dirigido por Perasovic es su admirable gen competitivo. En las circunstancias más difíciles y ante los rivales más opulentos, siempre ha dado la cara con una entereza mental y física a prueba de bombas. Hoy es el día perfecto para acrecentar esa sensación en un escenario temible.