Vitoria - El baskonismo vive hoy una jornada de exaltación de una de las páginas más brillantes de su historia, toda una parafernalia festiva que no tiene que eclipsar que en el escenario principal se jugará un partido de baloncesto en el que, en su carrera por concluir la fase regular de la Liga ACB en el mejor puesto posible, el Laboral Kutxa tiene mucho en juego. El Dominion Bilbao Basket, contra el que se sufrió en la primera vuelta una de las cuatro derrotas en la competición doméstica, llegará al Fernando Buesa Arena con la intención de derramar un jarro de agua fría sobre la fiesta en la que el Baskonia celebrará el vigésimo aniversario de la conquista de la antigua Recopa.

Los fastos de los prolegómenos del partido, que sin duda dejarán correr alguna lagrimilla, no pueden desviar la atención de un equipo que solo puede estar centrado en un rival que esos que nunca dan su brazo a torcer. Ya lo dijo Velimir Perasovic en el transcurso de la semana cuando fue preguntado por los actos de celebración del único título europeo en la historia del club. “Yo ese día tengo trabajo”, dijo el croata, que entonces fue sobre la cancha uno de los grandes protagonistas del trofeo continental. Y es que en el deporte profesional parece existir una ley universal que dicta que el club que celebra algo está abocado a cerrar la fiesta chafado por la derrota.

En las manos del equipo estará evitar ese final fatal y propiciar un cierre de fiesta esplendoroso con una victoria en el derbi que reafirmaría las aspiraciones del Laboral Kutxa de acceder a las más altas cotas de la clasificación liguera al final de la fase regular. Cuarto en estos momentos igualado con un Real Madrid que marcha tercero, el liderato que comparten Barcelona y Valencia Basket solo se encuentra a dos victorias de diferencia. Poca cosa con prácticamente toda una segunda vuelta por delante. Un poco más amplia, de tres partidos, es la diferencia con el quinto clasificado, el Gran Canaria, que marca la diferencia entre disponer del factor cancha a favor o en contra en la eliminatoria de cuartos de final.

Llega el Baskonia al derbi con el vecino Bilbao Basket, un equipo que está peleando por entrar en play off, con las urgencias que le marca el escaso tiempo que ha tenido para la preparación de este partido. La historia de siempre cuando toca viajar por el Viejo Continente, jugar un viernes Euroliga y tener que afrontar el domingo la Liga ACB. El equipo arribó a Vitoria ayer por la tarde y apenas ha dispuesto de un entrenamiento específico para examinar detalladamente al equipo entrenado por Sito Alonso.

Los vizcaínos, de la mano del entrenador madrileño y la vieja guardia compuesta por Raúl López, Mumbrú y Hervelle, continúan en la cresta de la ola a pesar de unas limitaciones económicas que les han impedido contar con una plantilla más amplia y completa. Pese a ello, los bilbaínos son un equipo tremendamente peligroso, sobre todo cuando Clevin Hannah o Dairis Bertans cogen una de sus grandes rachas anotadoras.

El punto débil de los vizcaínos se encuentra en el juego interior, muy mermado tras la marcha de Shawn James aunque mejorado ahora con la recuperación física de Mirza Begic. Tampoco es que el Baskonia esté para tirar cohetes en la pintura por culpa de la lesión de Tornike Shengelia, pero si Ioannis Bourousis emula aquella mágica noche de Ramón Rivas hace veinte años, la fiesta acabará con alegría.