En pocas ocasiones la habitualmente rutinaria visita a los baños ha dado tanto juego como en las dos primeras jornadas de esta Copa del Rey. El motivo no es otro que las particulares condiciones que reúne el escenario en el que se está celebrando la competición. El Coliseum no es habitualmente una cancha de baloncesto y probablemente por ello no está colmando precisamente las expectativas de sus inquilinos en este torneo. De hecho, el estreno fue bastante tormentoso y durante la misma noche del jueves y ayer mismo arreciaron las críticas en las redes sociales y en los corrillos callejeros de los aficionados.
Uno de los principales motivos de queja era la extrema complicación que suponía acceder a los servicios. Teniendo en cuenta la tensión de una cita de estas características y las horas que se pasan dentro del pabellón, quien más quien menos se ve obligado a visitarlos varias veces y esta necesidad se convertía casi en una aventura de riesgo. El único camino habilitado obligaba a pasar por enas estrechísimas escaleras -en las que difícilmente caben dos personas- que se colapsaban por completo y provocaban que cada viaje se convirtiese en casi media hora de ausencia de la butaca.
Ayer viernes la organización habilitó otros accesos adicionales a través de un pasillo mucho más ancho y la situación mejoró de manera significativa. Una circunstancia que, sin duda, fue agradecida por la vejiga de casi todos. En especial por las de los baskonistas, que tampoco disponen de urinarios en la carpa habilitada junto al pabellón.