vitoria - Tras unos días de espera que se han hecho eternos, llega por fin uno de los momentos álgidos que puede marcar el devenir de una temporada hasta ahora muy exitosa. El sueño de La Séptima arranca esta noche en el Coliseum, el lugar donde el Baskonia quiere confirmar definitivamente que está de vuelta en la élite del baloncesto y donde pretende acabar con su sequía de seis años huérfano de títulos. La pista coruñesa se encargará de dar y quitar razones durante estos tres días, pero difícilmente podía intuir alguien hace meses que el Laboral Kutxa se personaría en esta Copa como uno de los favoritos -para algunos, incluso el principal- a levantar el título.

Entre las dudas de los dos grandes y su excelente estado de forma que le ha llevado a ganarse a pulso la etiqueta de matagigantes, existen fundadas razones para dar rienda suelta a un moderado optimismo. Más el procedente de la masa social y del entorno que del que surge dentro del propio equipo, donde se desliza un discurso políticamente correcto ante el laborioso camino que habrá que recorrer para conducir el galardón a las vitrinas del Buesa Arena.

En la Copa nunca conviene mirar demasiado lejos y el primer obstáculo es el Obradoiro, un anfitrión en horas bajas que para muchos debería suponer una perita en dulce. Con una única victoria en las doce últimas jornadas ligueras, constituye un rival perfecto para ir adquiriendo buenas sensaciones y meterse de lleno en la dinámica de un torneo emocionante. La superioridad azulgrana quedó patente hace unos días en el Fontes do Sar, donde un arreón tras el descanso reflejó la enorme diferencia que separa actualmente a ambos equipos. No debería sufrir en exceso el Baskonia, aunque sería aconsejable no emitir ninguna señal de prepotencia que ponga en peligro el billete para semifinales.

precedente alentador Lo cierto es que todo el mundo del baloncesto da por hecha la victoria de los vitorianos y ese es un hecho con el que puede sentirse cómodo el Obradoiro a la hora de intentar dar la sorpresa. Seguro que Perasovic, un tipo curtido en mil batallas y con sobrada experiencia en este tipo de eventos, ha aleccionado acertadamente a sus pupilos respecto al riesgo mortal de necesidad que entrañaría subestimar a un Rio Natura de inferior pegada y músculo pero también con la ilusión intacta de tumbar a un peso pesado de la Euroliga en su primera incursión copera de la historia. Si algo dejó bien claro la reciente confrontación liguera entre el Baskonia y santiagueses es la abrumadora ventaja de los primeros en el plano físico y atlético.

Da la impresión de que solo el propio Baskonia podría complicarse la existencia traicionando sus señas de identidad o abandonándose en las facetas del juego que mejor controla. En las filas locales emerge la amenaza de Waczynski, que ya fue maniatado con acierto por Causeur. En realidad, el compulsivo anotador polaco -que da sus últimos coletazos en tierras gallegas al acabar contrato en junio y haber desestimado las sucesivas ofertas de renovación de los rectores del club- es la principal amenaza de un equipo que incluso comienza a bucear en el mercado ante la amenaza del descenso que sobrevuela su figura.

Con Bertans en lugar de Planinic y sin el concurso del lesionado Shengelia, que hoy se pone en manos de Mikel Sánchez para corregir su lesión en la rodilla izquierda, no hay excusas para cumplir el objetivo mínimo de la semifinal.