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Fidelidad a un patrón. Con menos fondo de armario que su rival, el croata volvió a dirigir con maestría a sus pupilos. Suplió la baja de Shengelia con Ilimane y Hanga en el puesto de ‘cuatro’, pero un día más supo realizar los cambios oportunos para que el Baskonia llegara fresco a los momentos de la verdad. El equipo se encuentra en el momento más dulce de la temporada y compite siempre.
Parcial decisivo. El Baskonia superó un momento crítico al inicio del tercer cuarto (36-42) y se disparó en el electrónico gracias a un parcial de 21-4 que resultó una losa para el Valencia.
Puntería final. En plena reacción de los levantinos, el Baskonia supo mantener el pulso gracias a tres triples vitales firmados por Adams, Blazic y Causeur, la pieza que aportó más clarividencia ante el peligroso individualismo de los bases.
Daño a Bourousis. La estrategia de Pedro Martínez fue clara: tratar de sacar a Bourousis de la zona y aprovechar la versatilidad de Hamilton y Dubljevic. Los dos pívots visitantes anotaron 44 puntos, pero eso no le sirvió a su equipo.
vitoria - El estado de optimismo continúa declarado en el Buesa Arena, testigo del primer mordisco liguero que encaja esta temporada el hasta ayer invicto Valencia Basket. Solo un equipo de otra pasta y tocado por una varita mágica, lo que es en la actualidad un Baskonia con la confianza por las nubes e indestructible en el plano psicológico, podía obrar lo que nadie había conseguido durante diecisiete jornadas ligueras. Más allá de que los levantinos estén perdiendo algo de fuelle, nadie debería quitar ningún mérito a otra actuación modélica de los vitorianos.
El líder de la ACB careció de instinto asesino en la primera mitad, desaprovechó una ocasión de oro para abrir más hueco en el marcador y lo terminó pagando. De un momento crítico, el acontecido al inicio del tercer cuarto con ese inquietante 36-42 en contra, se levantó majestuoso y autoritario el Laboral Kutxa para reventar la contienda. Clausuró ese periodo con un parcial de 21-4 y pudo vivir de las rentas en el tramo final, en el que tres triples providenciales de Adams, Causeur y Blazic ante la zona planteada por Pedro Martínez le permitieron salvaguardar la integridad de la cancha de Zurbano. En medio de un innecesario tiroteo exterior dirigido por el alocado estadounidense, empeñado en hacer la guerra por su cuenta, la cordura del capitán mantuvo a raya al Valencia y prolongó el dulce momento de forma del Laboral Kutxa.
No le tembló el pulso a un anfitrión que sobrevivió a las salvajes embestidas de los pívots taronjas. Dubljevic y, sobre todo, Hamilton martirizaron una y otra vez a Bourousis, pero el conjunto vitoriano encontró de nuevo la pócima del éxito con esa espartana actividad defensiva, su disciplina táctica y la sobriedad implantadas por Perasovic. Pese a tener a dos de sus mejores piezas fuera de combate (Shengelia y Bertans), nadie sabe manejar mejor el tempo de los partidos y controlar las emociones que el maratoniano azulgrana, una china en el zapato de los poderosos y que cuece a fuego lento a sus rivales a base de apretar al máximo las líneas de pase atrás. Mención especial un día más en este apartado para Blazic y Hanga, dos obreros impagables que se sacrificaron al máximo por el colectivo.
El Valencia justificó punto por punto en el Buesa Arena las razones de su imbatibilidad. Nada de casualidad tiene la trayectoria del cuadro valenciano, que se sobrepuso a la lluvia de triples iniciales por parte de Adams. La velada se convirtió en los primeros compases en un precioso pulso anotador entre el base del Baskonia y Justin Hamilton. De los 17 puntos visitantes en el cuarto inicial, 16 llevaron la firma de un pívot desconocido para muchos antes de su aterrizaje en la ACB. Entre él y su no menos peligroso recambio Dubljevic le hicieron la vida imposible a Bourousis, demasiado voluminoso cuando le toca emparejarse con pares móviles que se abren hacia fuera.
No defraudó el envite entre las dos grandes alternativas al poder establecido. Hubo de todo: fases de buen juego y espectáculo, momentos de ceguera fruto de las durísimas defensas, crispación arbitral... La tensión se palpaba en el ambiente pero con la sensación de que el juego de lentas revoluciones y pausado del Valencia era capaz de contrarrestar la vertiginosidad del Laboral Kutxa, que sin embargo se enchufó al partido tras el descanso haciendo gala de sus célebres señas de identidad. Comenzaron a sufrir el miedo escénico los visitantes, cuyo amor propio emergió en el último acto para meter el miedo en el cuerpo al personal gracias a una reacción rebosante de garra. Sin embargo, el mejor aliado azulgrana fue Lucic, autor de dos errores fundamentales desde el tiro libre que brindaron oxígeno a falta de un minuto. Lástima que el average fuese conservado, a la postre, por el Valencia tras un postrero triple de Rafa Martínez. La única pega para que la fiesta no fuera completa. En un segundo plano quedó el retorno de San Emeterio, aclamado por el público en la presentación inicial pero que pasó de puntillas por el partido con una oscura estadística.
Aportó la cordura imprescindible en los momentos controvertidos y firmó un triple vital en la recta final. También se convirtió atrás en el secante perfecto de Rafa Martínez.