KAUNAS - Comienzo soñado y barra libre para soñar con alguna gesta varias temporadas después. El Baskonia firmó ayer una inmejorable carta de presentación en el Top 16. En la guarida de una de las teóricas cenicientas del grupo F, paseó una altanería difícil de presenciar en un visitante en esta Euroliga tan glamourosa. No es que el Zalgiris sea la octava maravilla del mundo y todo hace indicar que ni siquiera ejercerá de juez vista su extrema debilidad, pero el cuadro alavés cumplió su papel a lo grande. Tras desbrozar el camino hacia la victoria en los quince primeros minutos (22-49), cayó en la autocomplacencia más tarde sin llegar a poner en peligro su éxito en ningún momento y recondujo el rumbo en un excelente epílogo con un quinteto completamente inesperado.

Perasovic frenó el desplome de sus pupilos con una apuesta arriesgada pero, a la postre, efectiva. Con Adams, Causeur y Bourousis como espectadores de lujo ante su escasa pegada, la segunda línea del preparador croata se comportó de forma magistral para dar el primer golpe de efecto en la segunda fase continental. Triunfo de calidad en una de las canchas más bulliciosas de Europa, por momentos una exhibición para frotarse los ojos por la espectacularidad del juego y la confirmación de que este grupo quiere vender cara su piel en un lote, a priori, inaccesible por la desbordante calidad y la opulencia de sus compañeros de baile. Posiblemente, los restantes favoritos también salgan victoriosos de Kaunas en próximas fechas, pero el Laboral Kutxa lo consiguió de una forma casi aplastante y sin sufrir. Presentaron los vitorianos sus credenciales con varios nombres propios en estado de gracia.

Antes de que James aplicara el descabello a un Zalgiris herido de muerte, Hanga e Ilimane Diop prendieron la mecha atrás y ejercieron como fontaneros de lujo para reducir al anfitrión lituano. Acompañados por Tillie y Corbacho, también meritorios a la hora de desgastar a los principales estiletes locales, todos los honores recayeron en el volador húngaro -un coloso que se vació hasta la extenuación y puso una tienda de sombreros- y el senegalés, un gladiador indesmayable que cerró todas las vías de anotación bajo los aros con una entrega conmovedora. Si Perasovic es justo con él, Planinic debería ser una figura decorativo en lo que resta de temporada.

En ningún planteamiento previo al salto inicial figuraba un arranque tan portentoso como el protagonizado ayer por el Baskonia, que silenció el Zalgirio Arena con un prodigioso concierto de baloncesto. Fue una exhibición asombrosa en todas las facetas ante un Zalgiris fantasmagórico y castigado con música de viento por su entendida parroquia. No faltó de nada en unos grandiosos minutos azulgranas, presididos por la perfecta toma de decisiones de Adams, la sabiduría de Causeur, el colosal atletiscismo de Hanga, la furia de Shengelia al contragolpe, la tiranía defensiva de Ilimane o la buena visión de juego de esa fuente de alimentación llamada Bourousis. Bajo esos ingredientes, el Laboral Kutxa dinamitó el partido con un dominio apabullante y alcanzó una máxima renta de 27 puntos. Fue el preludio de la temible relajación.

Se vio tan superior el maratoniano azulgrana que se acomodó más de la cuenta y consintió la resurrección de un Zalgiris entregado. La victoria, eso sí, nunca estuvo en peligro pese a que los lituanos se colocaron por debajo de la psicológica barrera de la decena (55-64). Perasovic dio con la tecla con una determinación hasta cierto punto osada. El balcánico retiró su confianza a varios titulares que no estaban emitiendo señales positivas y se la jugó a una carta con los menos habituales. El Baskonia candó entonces su aro, no permitió licencias ofensivas a su rival y vio cómo James se erigía en el perfecto desatascador en los compases finales. Difícil pedir más en un inicio ilusionante a un colectivo que no traiciona jamás su libro de estilo, mantiene la compostura hasta en los momentos de mayor oscuridad en ataque y rara vez desfallece.

Quince minutos mágicos. El Baskonia bordó el baloncesto en este intervalo de tiempo y anuló por completo a un Zalgiris que sufrió incluso la música de viento por parte de su afición. Los vitorianos se dispararon con una máxima de 27 puntos y más tarde vivirían de las rentas.

Hanga, un muro defensivo. El alero húngaro confirmó en el Zalgirio Arena que es la auténtica revelación azulgrana en la presente temporada. Alcanzó una valoración destacada con solo 7 puntos anotados, lo que habla maravillas de su trabajo oscuro en todas las facetas.

Osadía de Perasovic. El croata frenó la rebelión local con un quinteto sorprendente en el que figuraban James, Corbacho, Tillie e Ilimane.