Vitoria - Ibon Navarro ya es definitivamente historia en el Baskonia. El vitoriano, al que Josean Querejeta comunicó la semana pasada que no ejercería a partir de la próxima temporada como primer entrenador del equipo, se despidió ayer oficialmente mediante una carta publicada en la web del club. Se trata de un divorcio que no ha sorprendido nadie, toda vez que el que ha sido la cabeza visible del Laboral Kutxa en los últimos seis meses tras la destitución de Marco Crespi tenía muy claro que desestimaría la proposición para convertirse en el asistente de Velimir Perasovic.
Tras hacer realidad el mayor sueño de su vida, esto es dirigir al equipo de su ciudad, Navarro se ha negado en rotundo a bajar un escalón y tratará de mostrar a partir de ahora su valía lejos del Buesa Arena. Después de sondear diferentes opciones en compañía de su agente José Luis Ortiz, todo hace indicar que su nuevo destino profesional será el UCAM Murcia. El club pimentonero anunció ayer la marcha de Diego Ocampo y el vitoriano ya tiene, por tanto, las puertas abiertas de un equipo modesto pero con un incuestionable ansia de crecimiento y un brillante elenco de jugadores (Lima, Neto, Radovic, Wood, Cabezas...). El listón, eso sí, se encuentra elevado después de que los pimentoneros hayan rozado este ejercicio su participación en la Copa del Rey y las series finales por el título.
Navarro asumió las riendas del Laboral Kutxa en su momento más bajo de las dos últimas décadas y, pese a relanzar las aspiraciones azulgranas en la ACB y la Euroliga, no recibió el voto de confianza por parte del presidente a la hora de liderar el proyecto venidero. Pese a ello, ayer se despidió como un caballero y, en un gesto que le reconforta, no ahorró palabras de cariño hacia todos los integrantes de la entidad del Buesa. Una mención especial la tuvo con la afición, a su juicio, “el mayor activo de este club y este equipo”. “Gracias por el apoyo, por vuestras muestras de cariño y también por las críticas. Si el halago debilita, las críticas nos han ayudado a crecer y hacernos más fuertes. No dejéis nunca al equipo. Sé que no lo haréis. Esto no es ni un “adiós” ni un “hasta pronto”. Es un “hasta siempre”, se sinceró mediante un emotivo discurso.