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El detalle de los jóvenes. Tras un golpe de autoridad pese a las sensibles ausencias, el técnico vitoriano quiso premiar a los jóvenes que, por causas distintas, no están viviendo una buena temporada. El insólito quinteto con el que acabó el duelo estuvo compuesto por James, los hermanos Diop, Carlos Martínez y Sedekerskis. Estos dos últimos llevan un año de mucho sufrimiento en el Araberri.

Dureza y puntería. Tras un cuarto inicial de muchas dudas en el que sus desatenciones atrás clamaron al cielo, el Baskonia se aplicó con la dureza que exigía la visita de uno de los equipos más dinámicos de la ACB. Con el partido ya compeltamente encauzado, aparecieron los francotiradores Bertans y Adams para hacer más grande la herida verdinegra.

Compromiso colectivo. No era un partido fácil por las posibles secuelas de la derrota ante el Nizhny, el aterrizaje de un rival incómodo en el Buesa Arena y la corta rotación con dos ausencias de peso en el engranaje pero el Laboral Kutxa sorteó todas las dificultades para ganar y convencer.

vitoria - Con todas sus imperfecciones, lagunas y también ausencias de peso, al Baskonia siempre le queda un as en la manga para continuar soñando con cotas elevadas en esta interminable fase regular de la ACB. El Buesa Arena ejerce a nivel doméstico tal poder intimidatorio que las victorias caen en el zurrón por su propio peso y una cuestión de inercia. Ni los más viejos del lugar recuerdan ya aquel tropiezo en la segunda jornada ante el Unicaja cuando el proyecto azulgrana estaba por entonces cogido con alfileres y carecía de un rumbo estable. El Joventut, reducido a escombros como otros tantos visitantes en los últimos tiempos, fue ayer el último en padecer la furia alavesa al calor de su sexto jugador, que siempre le concede un plus en todas las facetas para acabar con el pecho henchido.

Poco importó que Ibon Navarro opusiera un ejército diezmado ni que los albores del duelo invitasen a un nuevo dolor de cabeza debido a las clamorosas desatenciones atrás. En cuanto se aplicó con un mínimo de rigor, activó los resortes y halló la munición de sus francotiradores, el Laboral Kutxa se despegó con virulencia para desfigurar el rostro de un oponente manso y desdibujado. La defensa allanó el camino en los cuartos segundo y tercero, pero la guinda al pastel procedió del diluvio universal en el epílogo a cargo de Bertans y James, dinamitadores por naturaleza y con un instinto asesino fuera de toda duda para hundir en la miseria al más pintado. Antes de ese fuego a discreción que ensanchó el mercador, Iverson contagió su espíritu con su célebre trabajo destajista y sentó las bases de un éxito que rearmará al personal antes de la una batalla crucial ante el Olympiacos.

Nadie habría sospechado una victoria tan concluyente antes del salto inicial. Ganó y convenció el Baskonia, tan arrebatador en casa como desesperante a domicilio. Tan sobrado acabó el conjunto alavés que terminó con un quinteto insólito compuesto por James, Sedekerskis, Carlos Martínez y los hermanos Diop. Fue la forma que encontró el técnico vitoriano de premiar a sus más jóvenes en una medida acogida por la grada con unos aplausos atronadores. Mientras tanto, los pesos pesados descansaban sonrientes en el banquillo con la conciencia tranquila por una faena de aliño.

Del combate entre dos conjuntos eminentemente ofensivos que gustan de practicar un baloncesto vertiginoso, surgió lógicamente un partido de elevadas revoluciones. Baskonia y Joventut no se distinguen precisamente por especular y abogar por los marcadores rácanos. Salen al galope a la menor ocasión y fían casi siempre su suerte a la pegada desde el 6,75 metros. Bajo estas coordinadas, a nadie sorprendió un comienzo tan efervescente, presidido por los misiles exteriores y un aluvión de contragolpes en ambos bandos.

Antes de languidecer, salió respondón de inicio un Joventut dispuesto a justificar las razones de su notable trayectoria. El dinamismo verdinegro instaló la zozobra en el Buesa Arena, de nuevo perplejo ante las facilidades dadas en los albores por un Baskonia de mantequilla y sin concentración. Amenazó con ver reproducidas sus pesadillas la tropa vitoriana hasta que frenó la sangría en el segundo cuarto, tramo a partir del cual pudo taponar la herida con un trabajo más contundente sobre los estiletes de Maldonado. Defendido con la mirada por Adams, el escurridizo Hannah constituyó la única amenaza en las filas visitantes.

Tras esas dudas iniciales, el Baskonia comenzó a tejer su nítida superioridad. San Emeterio, repuesto del virus que le dejó malherido ante el Nizhny, mostró el camino del éxito en el segundo cuarto. Con el paso de los minutos, los grilletes azulgranas maniataron en corto a uno de los mejores anotadores de la competición, incapaz de encontrar soluciones en cuanto la formación vitoriana elevó el nivel físico y se agarró a sus señas de identidad.

Al Joventut se le hizo muy pequeño el aro a partir del descanso. Se vio reducido por un Laboral Kutxa sobrio y eficaz que se colocó el buzo para domarle con cierta suficiencia. Fue, a la postre, un triunfo plácido que constató la solidez azulgrana como anfitrión y, de paso, sirve para colocar el aliento en la nuca en la tabla a los catalanes, ya a sólo dos triunfos de diferencia y el average particular ganado en una batalla que todavía promete deparar fuertes emociones. Pese a las concesiones anteriores, todavía hay tiempo para sellar una posición decorosa que permita esquivar a un grande a las primeras de cambio.

Arrancó muy destemplado y fuera de onda como el equipo en general, pero inoculó su espíritu al resto tras el descanso con una destajista labor en todas las facetas. Un obrero de lujo.