Vitoria - Otro final igualado y otra derrota. Una película que se repite ya demasiado en una temporada donde el Baskonia rara vez esboza una sonrisa en su rostro cuando la suerte del ganador se dilucida por detalles ínfimos. Se podrán sacar a la palestra muchos argumentos para justificar tantas decepciones, pero si el cuadro vitoriano viene tropezando una y otra vez en la misma piedra obedece, en parte, a la falta de rigor y pausa de dos bases indomables que no transmiten seguridad ni confianza a sus compañeros. Darius Adams y Mike James, reclutados por Josean Querejeta dentro de la drástica reconstrucción emprendida a finales del año pasado, irrumpieron en Vitoria de manera espectacular poniendo en práctica un baloncesto eléctrico y vertiginoso que colocó al equipo vitoriano en otra dimensión. Para los técnicos rivales de la Euroliga, eran hasta hace bien poco unos desconocidos, pero esa capacidad de sorpresa ha empezado a perderse y las dudas respecto a su valía comienzan a reabrirse. Mucho más tras un final como el de ayer en tierras rusas donde contribuyeron de manera decisiva al estrepitoso hundimiento del Laboral Kutxa.
El Nizhny resurgió de las cenizas gracias a la disparatada dirección de los dos bases estadounidenses, que se alternaron al frente del timón en el último cuarto sin que ninguno aportara el más mínimo rigor. En un momento donde tocaba oponer personalidad, rigor, tablas y madurez para matar un encuentro que discurrió en todo momento con el viento a favor, Adams y James hicieron un flaco favor al engranaje colectivo mediante la puesta en práctica de decisiones puramente individuales. Su criterio dejó mucho que desear y en la acera rival se agigantaron las figuras de Rochestie y Mekel para hacer más llamativo el desgobierno. No sólo adolecieron de acierto sino que incurrieron en alguna pérdida delirante al subir el balón al campo contrario que colocó al forastero vitoriano al borde de un ataque de nervios. Para colmo de males, Causeur y San Emeterio -dos jugadores capacitados para realizar una mejor interpretación sobre las necesidades azulgranas- no hicieron acto de presencia. El galo se vio atado en corto por la defensa rusa, mientras que el cántabro fue carne de banquillo lastrado por un virus que le dejó seriamente debilitado a la hora de brindar un rendimiento satisfactorio.
Mientras Adams está manteniendo en los últimos tiempos una línea más regular e incluso acreditó un acierto sobrehumano en la velada ante el CSKA, James acumula varios encuentros en los que no levanta cabeza. En sus primeras semanas como inquilino del Buesa Arena dejó constancia de ser un dinamitador incandescente, pero últimamente ya le ha abandonado hasta esa célebre chispa para resolver por su cuenta. El vértigo, el instinto depredador y la explosividad de ambos son bienvenidos en un colectivo como el Baskonia que gusta de completar posesiones supersónicas y se siente como pez en el agua en duelos a pecho descubierto, pero en su caso se echan de menos otra virtudes que catapultaron hacia el estrellato en Vitoria a timoneles como Pablo Laso, Elmer Bennett, Pablo Prigioni o Marcelinho Huertas. Cortados por el mismo patrón por mucho que Adams exhiba un mayor sentido para el juego colectivo, la convivencia de los dos bajo un mismo techo está ya muy cuestionada.
Efeméride. Ayer se cumplieron 19 años de la conquista de la extinta Copa de Europa. Un 12 de marzo de 1994, el Baskonia de Manel Comas superó al PAOK en el Pabellón Araba consiguiendo hasta ahora su único título continental desde su nacimiento.