Vitoria - Tras un infernal y maratoniano desplazamiento de 18 horas que ha hecho mella en el cuerpo de jugadores y técnicos, en la lejana Nizhny Novgorod se hallan depositadas esta tarde buena parte de las esperanzas de seguir manteniendo viva la llama de los cuartos de final de la Euroliga. Al Baskonia no le vale otro resultado que la victoria para prolongar un sueño que, si bien parecía utópico cuando echó a rodar una competición repleta de glamour, ahora cobra forma ante el notable espíritu competitivo que está acreditando el equipo y la vulnerabilidad de algunos rivales directos como el Anadolu Efes. A falta de cinco jornadas para clausurar el Top 16, la pelea por la cuarta posición ha quedado prácticamente reducida a un mano a mano entre cerveceros y alaveses siendo el calendario algo más propicio para los intereses del inquilino del Frenando Buesa Arena.

La primera de las finales se juega a más de 3.500 kilómetros de distancia en la guarida de un rival en caída libre. El Nizhny, sobresaliente en los albores de esta segunda fase con un baloncesto rebosante de rigor y disciplina táctica, encadena cinco derrotas consecutivas que virtualmente le dejan fuera de la pelea y a expensas de un milagro. A priori, constituye un oponente al alcance de los vitorianos pese a su feroz resistencia en el áspero choque de ida. En aquella ocasión, los pupilos dirigidos por Ainars Bagatskis dominaron en el marcador con suficiencia durante 37 minutos antes de desplomarse en el epílogo merced a un parcial desfavorable de 16-4. Su rendimiento ha descendido bastantes enteros desde entonces pese a haber apuntalado recientemente su corta rotación con los exteriores Mekel y Kuksiks.

La jornada no puede amanecer más interesante para recuperar, al menos momentáneamente, plaza dentro del Top 8. En caso de victoria suya y derrota del Efes mañana en Moscú frente al CSKA, el Baskonia podría encaramarse al cuarto lugar antes de recibir la próxima semana al Olympiacos en otra velada de alto voltaje. El subidón anímico y la inyección de confianza colocarían a los vitorianos en otra dimensión pese al inoportuno contratiempo que ha supuesto el “severo esguince de tobillo” de Ben Hansbrough.

Trabajo en equipo En cualquier caso, deben desterrarse las confianzas ante un anfitrión cuyos peligros son latentes y conocidos por todos. Taylor Rochestie, un base que pasó con más pena que gloria por Vitoria en 2012 a las órdenes de Dusko Ivanovic y Zan Tabak, se mantiene como el máximo anotador de la competición con cerca de 20 puntos de media. Es el guía espiritual y la cabeza pensante de un Nizhny que gravita alrededor de sus fogonazos en la dirección. No es, en cualquier caso, el único integrante local con capacidad para hurgar en la debilidad defensiva azulgrana. Su juego interior, integrado por el versátil Thompkins y el fornido Parakhouski, también causó estragos en Vitoria. El estadounidense es de gatillo fácil en ataque, mientras que el bielorruso -recién salido de una lesión- domina las zonas merced a su imponente envergadura. La duda en las filas rusas estriba en la presencia del todoterreno Tarence Kinsey, al que se le diagnosticaron tres semanas de baja por una rotura de fibras a mediados de febrero y todavía no ha reaparecido.

Las premisas para profanar el CEC Nagorny pasarán ineludiblemente por recuperar las virtudes apreciadas durante casi todos los partidos de la era Ibon Navarro: una intensidad notable, un ritmo elevado, el juego en transición y obviamente el acierto desde el perímetro. Los brotes de individualismo detectados en los últimos partidos en piezas como Adams, James o Bertans deberán ser atajados de raíz por el preparador vitoriano, obligado a realizar algunos ajustes en un colectivo propenso a ser preso en ciertos momentos de la anarquía y encontrar la pócima del éxito en finales ajustados.

Nadie discute lo estética y seductora de la propuesta azulgrana, pero hay veces en que el contrapunto de la pausa es imprescindible para cerrar algunos partidos. Y el déficit en este apartado es clamoroso ante el vértigo propiciado por dos bases estadounidenses, a menudo, indomables. Frente a un Rochestie tocado por una varita mágica en la presente temporada, ambos directores pasarán una exigente reválida. Por no hablar de Begic, el otro baskonista que debe ser recuperado cuanto antes para la causa.