Vitoria - Todo o nada en el Abdi Ipekçi, que acoge pasado mañana el partido más importante del Baskonia en la presente Euroliga. Es ganar para propinar un golpe de autoridad, enmendar el error de la jornada inaugural en el Buesa Arena y soñar definitivamente con los cuartos de final o, en su defecto, quedar con remotas opciones dentro del lote F y convertir el pasaporte hacia la aristocracia continental en una quimera. No hay término medio en vísperas de la madre de todas las batallas. Será una de esas ásperas reválidas que diferencian a los niños de los hombres y en la que habrá que sobreponerse con buenas dosis de entereza al ambiente en las bulliciosas gradas de uno de los míticos santuarios europeos.

Ni estará clasificado el cuadro vitoriano si obtiene el triunfo en Estambul ni verá alumbrado el camino hacia la eliminación en el caso de perder habida cuenta de lo mucho que resta de Top 16, pero el resultado de esta jornada marcará claramente el devenir azulgrana. En una segunda vuelta donde todos los equipos van a meter la directa en pos de convertirse en uno de los ocho mejores del Viejo Continente, toca ya hilar muy fino. Más si enfrente emerge un rival directo con el que el Baskonia tiene visos de rivalizar por la última plaza de un grupo repleto de cocos.

Separados en la actualidad por una única victoria en la clasificación, Efes y Laboral Kutxa son conscientes de que se encuentran a las puertas de un partido llave que dejará secuelas para bien o para mal. Pese la enorme complejidad que entraña el desafío ante un poderoso y acaudalado anfitrión que viene de conquistar con suficiencia el título de Copa de su país, un éxito coronado con el nombramiento como MVP de Thomas Heurtel, los alaveses aspiran a matar dos pájaros de un tiro. La simple victoria supondría un paso de gigante y les colocaría a la misma altura que uno de los candidatos a conformar la Final a Cuatro de Madrid, pero los réditos de hacerlo por más de cinco puntos se dejarían sentir a largo plazo y serían de un valor incalculable en caso de posibles empates al final de un trayecto interminable.

Todavía escuece de lo lindo la forma en la que el Baskonia se descompuso en los últimos minutos de la ida (67-72) y cedió ante el oficio del grupo adiestrado por el viejo zorro Dusan Ivkovic. No sólo se escurrió de las manos un triunfo vital que habría supuesto una inyección de confianza a las primeras de cambio, sino que el Efes infligió un castigo demasiado fuerte si se tiene en cuenta su inferioridad durante los 37 minutos iniciales de la velada.

Remontar este average, por tanto, dejaría a la formación de Ibon Navarro en una situación envidiable. Dependería ya de sí mismo y su calendario, a priori, es más favorable en las seis jornadas posteriores. No en vano, todavía deberán desfilar por el Buesa Arena los mejores del grupo (CSKA, Olympiacos y Fenerbahce) y las salidas se producirán ante los adversarios teóricamente más asequibles (Nizhny, Emporio Armani y Unicaja). El Efes, en cambio, vivirá una situación inversa con cuatro salidas mortales de necesidad a Málaga, Moscú, El Pireo y Estambul -en este caso para dar la réplica al Fenerbahce, su víctima en la final de la Copa otomana que tendrá sed de revancha- y únicamente dos compromisos caseros frente al Nizhny y el inofensivo Armani.

De no mediar el desfallecimiento del conjunto de Zeljko Obradovic, todo hace indicar que la pelea por la cuarta posición puede convertirse en un mano a mano entre cerveceros y vitorianos. De igual modo, está por ver la resistencia que planteará el equipo afincado en Novgorod, reforzado para esta segunda vuelta del Top 16 con el fichaje de los exteriores Rihards Kuksiks y Gal Mekel. El Nizhny ha adolecido hasta ahora de fondo de armario para complementar a su excelente quinteto inicial, pero tras estos movimientos amenaza con ser un bloque mucho más competitivo y no renuncia a dar la sorpresa pese a ser un novato en estas lides.