Manresa - Por fin. Adiós a las pesadillas. Casi nueve meses y 274 días después, el Baskonia volvió a saborear ayer las mieles del triunfo a domicilio dentro de la ACB. Ni los más viejos del lugar recordaban la última alegría azulgrana, que tuvo lugar el 18 de mayo del 2014 en el Príncipe Felipe de Zaragoza. El conjunto dirigido en aquel momento por Sergio Scariolo se impuso con cierta suficiencia (75-88) al CAI en la penúltima jornada de la fase regular. Desde entonces, los alaveses no habían hecho más que coleccionar un puñado de derrotas lejos del Buesa Arena -concretamente una decena-, cavando así su tumba de cara a la participación en la inminente Copa del Rey prevista en el Gran Canaria Arena de Las Palmas.
El Barcelona se erigió en el primer verdugo (92-87) durante el play off de cuartos de final de la pasada temporada. En la actual se habían sucedido las decepciones ante nuevamente el conjunto culé (87-65), el Andorra (87-85), el Gran Canaria (93-77), el Joventut (83-82), el Valencia Basket (85-70), el UCAM Murcia (93-88), el CAI (105-94), el Real Madrid (75-74) y el Unicaja (76-74). Pues bien, los fantasmas se vieron ahuyentados ayer de un plumazo en el Nou Congost de Manresa. En la comarca del Bagés, el Laboral Kutxa cumplió el pronóstico que le daba como favorito antes del salto inicial, puso fin a su particular calvario y se liberó de una pesada carga psicológica que arrastraba en los últimos meses.
Salvo el Anadolu Efes en la apertura del Top 16, nadie ha cuestionado el poderío azulgrana en el Buesa Arena desde el cambio de rumbo en el banquillo y la acertada reconstrucción navideña. Sin embargo, el combinado vitoriano necesitaba dar un salto cualitativo con el fin de refrendar el crecimiento y elevar la autoestima. Es lejos de casa y sin el calor de la afición donde se constata con más claridad el carácter y la personalidad de cualquier colectivo. El Baskonia había fracaso en todas sus tentativas pese a rozar con la yema de los dedos triunfos de indudable prestigio en Estambul, Madrid o Málaga, pero en la comarca del Bagés no dejó pasar una oportunidad de oro ante un candidato al descenso.
De hecho, el Laboral Kutxa era el único a nivel doméstico que todavía no había inaugurado su casillero. En la Euroliga, también han sido contados los subidones si se exceptúa aquella visita al Galatasaray en la primera fase con un héroe inesperado en la figura del ya pasado Doron Perkins. La victoria en Manresa debería suponer el preludio de un cambio de tendencia en lo que resta de fase regular.
Y es que, salvo la próxima salida a Miribilla para protagonizar un derbi de altísimo voltaje con el pujante Bilbao Basket, a la escuadra azulgrana le resta por visitar a todos los modestos de la ACB. Por este orden, llegarán los asequibles enfrentamientos ante el Gipuzkoa Basket, el Iberostar Tenerife, el Baloncesto Sevilla, el Fuenlabrada, el Estudiantes y el Rio Natura. Por tanto, ocasiones inmejorables para mejorar su actual séptima posición y atacar objetivos más ambiciosos.
En otro orden de cosas, el Baskonia también fue capaz de enlazar ayer por primera vez tres victorias consecutivas desde el arranque de la temporada. Otra prueba inequívoca de que el equipo, paso a paso, va dejando atrás su etapa más oscura.
Sin mucho descanso. Pese a que es una semana exenta de compromisos por la celebración de la Copa del Rey, Ibon Navarro sólo ha programado de momento dos días de fiesta para la plantilla. Los jugadores azulgranas tendrán fiesta hoy y mañana.