Vitoria ? O cruzó una línea roja que los entrenadores acostumbran a respetar sin que medie norma o código alguno, o sacó los dientes propios de ese equipo venido a menos que desea reivindicar su pasado glorioso. Algo de eso hubo ayer en la polémica decisión de Ibon Navarro, técnico del Laboral Kutxa, cuando a falta de cuatro segundos para el final y con un marcador favorable de 101-94, pidió un tiempo muerto que encendió a la expedición blaugrana, especialmente a su máximo responsable, Xavi Pascual, que en el protocolario saludo posterior al partido envió un recado a su colega vitoriano en el que es posible acertar que criticó su falta de tacto por una decisión que bien podría ser considerada como una afrenta o humillación. O no. Porque este tipo de polémicas no son ejanas al mundo del basquet. Sin ir más lejos, viejos conocidos de la afición baskonista como Manel Comas, Dusko Ivanovic o Sergio Scariolo ya hicieron uso del tiempo muerto aún cuando los marcadores les eran claramente favorables. Para unos, como el montenegrino, la razón respondía a un claro interés deportivo: aprovechar todo el tiempo de juego para preparar situaciones reales de partido, con independencia de la supuesta humillación del rival. Para otros, puede que las explicaciones tuvieran que ver más con cuitas personales del pasado y enfrentamientos con aficiones o colegas del banquillo. Cabe recordar en este sentido que lo que ayer domingo se celebró en el Buesa como un gesto de autoridad por parte de la escudra de Navarro no hace mucho sentó a cuerno quemado cuando el protagonista de esa situación fue Scariolo en su visita a Vitoria con el Unicaja.

Pascual y Navarro fueron interpelados ayer sobre este episodio con dispar interpretación, como no podía ser de otro modo. El catalán, visiblemente contrariado con ese gesto a falta de cuatro segundos y siete puntos abajo, zanjó el tema enviando el balón al tejado de su colega: “No tengo que dar explicaciones por lo que no he hecho, que lo conteste él”, masculló con cara de pocos amigos. Minutos después, con la calentura del catalán aún latente, apareció el técnico local, que hizo una primera valoración del partido antes de explicar su polémica decisión, que sonó un tanto ingenua. “Si les ha molestado les pido disculpas pero tenemos malas experiencias en esos finales apretados de partido como para correr un riesgo innecesario. No quería perder un balón, quería sacar de adelante y como conozco al Barcelona y lo respeto por si querían presionar. Por eso, he pedido el tiempo muerto. Pido disculpas por ello y no ha sido una falta de respeto para nada”, concluyó el vitoriano. l