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Su efecto se diluye. El Baskonia mostró en Murcia los peores defectos de la infausta ‘era Crespi’. La defensa y el control de los tableros brillaron por su ausencia en otra mañana aterradora. Se echó en falta una mayor presencia de Bertans o Iverson, además de alguna variante táctica -como sucedió ante el Fuenlabrada- que sirviera para minimizar el nítido dominio pimentonero.
La cruz del rebote y Lima. El dominio del Murcia fue insultante en este apartado, especialmente durante la primera parte. El ex del Unicaja se ‘comió’ a todos los pívots azulgranas.
Defensa de mantequilla. El coladero del Baskonia permitió el lucimiento de casi todos los integrantes del cuadro pimentonero. Antelo y Lima causaron estragos antes del descanso, tras el cual surgió la venenosa figura de Wood.
Sin épica. Bertans lideró la búsqueda del milagro en el epílogo con varios triples providenciales. También ayudó el miedo a ganar y el ataque de pánico sufrido por los levantinos, pero un error infantil de Causeur con 91-88 supuso la puntilla.
El Baskonia se asomó definitivamente en Murcia al precipicio de un fracaso histórico. Dieciocho años después, su pasaporte para la Copa del Rey se ha convertido ya en un ejercicio de fe casi mesiánico. Uno de los grandes animadores por antonomasia de la gran fiesta del baloncesto estatal, que ha escrito algunas de las páginas memorables en su torneo predilecto, corre seriamente el riesgo de despeñarse hacia el vacío. De no mediar un pleno de triunfos en las cinco jornadas restantes hasta la conclusión de la primera vuelta, su suerte estará echada. Sólo puede agarrarse ya a las matemáticas para conservar vivas las esperanzas porque las sensaciones que dictan la falta de consistencia y la debilidad mental de la plantilla, zarandeada desde la propia directiva con una inestabilidad perniciosa y sometida a unos vaivenes incomprensibles, resultan descorazonadoras.
Convertido en su peor enemigo, el Laboral Kutxa no sólo compite contra un buen puñado de rivales aseados que se le han subido a las barbas en los últimos tiempos, sino también -he aquí lo peor- contra la propia marejada en el Buesa, la esquizofrenia derivada del constante ir y venir de piezas y, sobre todo, los palos de ciego de una cúpula directiva incapaz de desempeñar su labor con un mínimo de criterio y sensatez. Mediada la temporada, nadie sabe a ciencia cierta cuál va a ser la fotografía definitiva de un colectivo amputado de pies y manos para crecer. Detrás de los innumerables frentes abiertos y los pájaros en la cabeza de algunos jugadores desconcertados, se esconde un conjunto inseguro, frágil mentalmente e impotente para interpretar los mandamientos básicos de un juego sin grandes secretos.
Si los muebles han podido salvarse en la Euroliga, el convulso trayecto por el torneo doméstico deparó ayer la puñalada casi definitiva en la frenética carrera por el pasaporte copero. Frente a un rival directo que ganó con toda justicia, el Baskonia volvió a ser una fotocopia del grupo inconexo, tibio, desnortado y sin alma que a domicilio constituye una presa fácil para cualquiera. Sin antídotos para domar a un anfitrión voraz y dinámico, reaccionó cuando era demasiado tarde. Esta vez no bastaron la épica ni los triples redentores de la matinal ante el Fuenlabrada. Pese al vértigo local con el partido completamente resuelto (84-69), los alaveses se ahogaron en la orilla. Bertans ajustó la mirilla telescópica en el epílogo para edificar el milagro y éste se acarició con la yema de los dedos ante la confusión y el miedo a ganar de los pimentoneros. Con 91-88 a falta de 20 segundos, Causeur dispuso de una sencilla bandeja para haber apretado todavía más el marcador, pero el galo incurrió en un error de principiante que supuso la tumba definitiva.
desigual pelea interior Maldecir, sin embargo, dicha acción y reducir la derrota a esta aislada acción carecería de sentido. Y es que las concesiones del conjunto vitoriano resultaron mortales de necesidad durante los minutos anteriores. Antelo, autor de 14 puntos en el acto inicial ante la inestimable colaboración de Tillie y Shengelia, fue el primero en destapar las grietas de una defensa de plastilina en las inmediaciones del aro. Ni emergió un halo de intensidad en el uno contra uno ni tampoco el imprescindible tesón para cerrar el rebote defensivo con cierto decoro. El Laboral Kutxa no alcanzó los mínimos exigibles en dos facetas cruciales del juego en las que se desangró de forma lastimosa. El incandescente Lima, un volcán en erupción que se bastó por sí solo para reducir a todos los pívots azulgranas, y el versátil Radovic camparon a sus anchas.
Para colmo de males, emergió la venenosa figura de Wood tras el descanso para destapar las peores pesadillas de San Emeterio. Sus misiles exteriores pusieron en órbita al Murcia para despegarse en el marcador Y todo ello aderezado de la estelar dirección de Neto, amo y señor del tempo ante un intermitente James y un desaparecido en combate Heurtel. El francés, en el centro de la rumorología y con al menos un pie en el Anadolu Efes, estuvo una vez más ausente. Su influencia a la hora de alterar el decorado resultó inexistente. No fue, en cualquier caso, el único culpable de un desaguisado que abre paso a otra semana de una actividad frenética en los despachos. ¿Será por fin la última y llegará la tranquilidad? Muchos recelan con razón mientras el Baskonia continúa dejándose toneladas del prestigio que tanto le costó labrarse durante décadas.
Le falta controlar el ‘tempo’ de los partidos y ayer estuvo a merced de Neto en este sentido, pero va sobrado de muelles, capacidad atlética, calidad y munición ofensiva. De lo poco salvable.