vitoria - Hay victorias que marcan un camino y victorias que llevan un sello. La de ayer en el Buesa ante el todopoderoso Olympiacos fue obra de un novato en la categoría como Ibon Navarro, que imprimió una personalidad arrolladora tanto a sus propios jugadores como a los aficionados que ayer se dieron cita en la cancha de Zurbano, necesitado de un triunfo balsámico no ya solo para mantener las esperanzas del equipo en Euroliga sino para romper esa peligrosa inercia que estaba minando la moral de la tropa. Se produjo el efecto Navarro y el basket regresó al Buesa Arena, que volvió a saborear algo de aquella magia que no hace mucho rodeaba siempre al plantel en la máxima competición europea. Hubo algo de todo eso porque la otra bomba Navarro se empeñó en aprovechar la oportunidad que Josean Querejera le brindó el pasado martes cuando le entregó las llaves del vestuario tras anunciar la llegada de Jota Cuspinera como ayudante. No fue una comunicación oficial pero sí un mensaje lo suficientemente implícito como para comprender el calado del mismo. Sin boato, ni luces ni ruedas de prensa, Navarro se convirtió de la noche a la mañana en el primer entrenador vitoriano al frente del Baskonia desde los tiempos de Iñaki Iriarte. Casi nada. Pidió entonces Ibon una oportunidad y bien que la aprovechó con una victoria que queda para su historia y marca un punto de inflexión en el actual curso.

El escenario y el rival no invitaban a la fiesta. Llegaban los griegos a Vitoria sin la presión de saberse clasificados para el Top 16 y con varias de sus estrellas en el banquillo, pero así y todo el prestigio de Olympiacos siempre resulta un factor determinante en cualquier cancha de Europa. Y ayer no fue una excepción. Enfrente, en cambio, tuvo a un Baskonia distinto al de las últimas semanas. Un plantel moldeado en tiempo récord a la imagen de un entrenador volcánico que en nada se pareció, por ejemplo, al que se vio en Klaipeda o en Badalona. Lo de ayer hacía mucho tiempo que no se veía en Zurbano. Fue tal la sensación de solidez que transmitió la escuadra alavesa que por momentos la afición pensó estar viviendo un deja vu. Fue notable la concentración defensiva a lo largo de todo el partido y desparecieron también las temidas “desconexiones” que Navarro ya denunció en los anteriores dos partidos, donde Baskonia dejó escapar vivos a sus respectivos rivales tras una incomprensible falta de atención. También volvió la dinamita en ataque, especialmente orquestada en varios jugadores, y, sobre todo, regresaron algunos protagonistas hasta ahora tapados. Shengelia fue el mayor exponente no solo por sus 14 puntos sino por una actitud defensiva hasta ahora no vista que demostró el porqué de su fichaje. También Causeur, Bertans, San Emeterio y Heurtel se dejaron ver en la fiesta de los 25.000, que por una noche hizo olvidar los últimos, y desgraciados, tiempos.

Crespi. El ya extécnico baskonista acaba de publicar una novela titulada ‘#Somethingdifferent’, el hashtag que usó la pasada temporada en su cuenta de Twitter al hablar del Montepaschi. Publicado sólo en Italia, describe su etapa al frente del conjunto toscano.