Vitoria - Algunos prefieren tomárselo ya con buen humor por no llorar. El fichaje de Lamont Hamilton ya olió a chamusquina desde un primer momento en el verano de 2013. En realidad, el acuerdo estaba apalabrado desde hacía meses cuando se convirtió a menos de 70 kilómetros de distancia en una de las agradables sensaciones de la Liga ACB. El Baskonia necesitaba buenas dosis de músculo y físico para su liviana zona, virtudes que creyó encontrar en el fornido interior por entonces del Bilbao Basket. Su rendimiento fue de más a menos en Miribilla. Algunos lo atribuyeron a los problemas de impagos de Gorka Arrinda y otros simplemente a que era un poste completamente sobrevalorado.

Sin embargo, Josean Querejeta se lanzó de cabeza a por su contratación en uno de los múltiples errores dentro de su política de fichajes en los últimos tiempos. El presidente encajó un gol por toda la escuadra por parte de la agencia de representación de Hamilton. En concreto, decidió plegarse a las condiciones fijadas por BDA Sports -su hombre fuerte en España es Quique Villalobos- y suscribirle un contrato de dos temporadas a razón de unos 600.000 euros anuales. Pues bien, la operación ha terminado constituyendo un pésimo negocio desde todos los puntos de vista.

Lo cierto es que, desde su aterrizaje, Hamilton ha dado más el cante por sus incesantes visitas a la enfermería y sus problemas con la báscula que por sus canastas y su buen hacer en el poste bajo. Hastiado por su pésimo rendimiento, su alergia a pegarse con pívots de su estirpe y, sobre todo, su comportamiento poco profesional durante el pasado verano cuando se saltó a la torera el plan de recuperación física programado por el club y se presentó al inicio de la pretemporada con muchos kilos de más, el paciente público del Buesa ya ha emitido su veredicto de culpabilidad.

En sus últimas apariciones no ha ahorrado la música de viento hacia un interior frágil cuyo coste para las arcas del club, al menos, ya ha dejado de ser un importante quebranto tras aceptar al final de verano un drástico ajuste salarial. Hamilton acaba de sufrir el enésimo percance que le coloca a los pies de los caballos. Cualquier otro desenlace que no sea una fulminante rescisión de contrato representará una morrocotuda sorpresa debido al cariz que están tomando los acontecimientos. Un pívot con querencia a jugar por fuera que, en poco más de una temporada de militancia en Vitoria, ha padecido ya seis lesiones y se ha perdido la friolera de 29 partidos oficiales. Por tanto, es sospechoso por muchos motivos y no se halla capacitado para brindar un rendimiento óptimo a una pintura de por sí bajo sospecha.

Sus eternos problemas de fascitis plantar y la fragilidad de todos los músculos de su cuerpo, propensos a romperse cuando realiza esfuerzos continuados, han colmado la paciencia de todo el mundo. Al tratarse de un pívot voluminoso que no aguanta muchos minutos seguidos en pista, otro problema añadido es su lentitud para conseguir el tono físico ideal cada vez que se ve obligado a parar.

Hamilton ha perdido las últimas gotas de crédito que le restaban tras una primera temporada que resultó decepcionante. De momento, las numerosas intentonas del Baskonia para prescindir de sus pírricos servicios han quedado en agua de borrajas. La gran incógnita estriba en si ahora será la vencida de una vez por todas.

las lesiones de hamilton

Octubre de 2013. Tras un choque con Schortsanitis, sufrió un edema en un cuádriceps de la pierna derecha.

Enero de 2014. Traumatismo agudo en el talón izquierdo.

Febrero de 2014. Rotura parcial de la fascia plantar de su pie izquierdo tras la Copa del Rey.

Agosto de 2014. Llega a la pretemporada sin haber curado sus problemas de fascitis.

Septiembre de 2014. Rotura de fibras en el “tríceps sural de su pierna derecha.

Noviembre de 2014. Rotura fibrilar en el flexor del primer dedo de su pie izquierdo.