vitoria - Lituania es un país totalmente entregado a la causa del baloncesto. Allí surge un buen jugador prácticamente de debajo de las piedras y los practicantes son incontables. No todos alcanzan las cotas del legendario Arvydas Sabonis, pero surge talento a borbotones con la aparición de magníficas generaciones que cosechan éxitos de calado a nivel internacional. El ejemplo más reciente es lo sucedido en el Mundial de España cuando se quedó a las puertas del podio tras perder el bronce ante Francia con una plantilla debilitada por las deserciones y las lesiones de algunos pesos pesados.

Sin embargo, no es un juego en el que simplemente basta con encestar una gran pelota naranja a través de aro. Desde la emblemática Kaunas al lugar más recóndito, el fervor alcanza incluso las connotaciones políticas. Y es que la comunidad lituana ha querido expresar su identidad sobre una cancha desde la época soviética De hecho, sostiene que si vive hoy en día en un país independiente tras escindirse de la antigua URSS, se lo debe en gran parte al fervor existente por esta cuestión de estado. Por ello, no es extraño ver en los restaurantes que los habitantes coman pizzas con forma de balón o encontrar canchas para lucir la muñeca de seda hasta en las aldeas menos pobladas. El baloncesto es un componente indisociable de la identidad lituana, forjada durante las últimas décadas mediante actos de resistencia ante el ogro soviético.

El Baskonia vuelve a pisar mañana territorio báltico coincidiendo con la celebración de la sexta jornada de la primera fase de la Euroliga. La expedición azulgrana desembarcará bien entrada la madrugada de esta noche en Klaipeda, una pequeña ciudad de apenas 161.000 habitantes ubicada a orillas del Báltico -al noroeste de Lituania- que carece de la importancia de la glamourosa capital Vilnius o la célebre Kaunas, hogares del Lietuvos Rytas y Zalgiris, respectivamente. Además de disponer del puerto más importante del país, desde tiempos inmemoriales saca pecho por haber forjado a los mejores jugadores de la historia de una de las grandes cunas del deporte de la canasta.

una escuela prolífica En Klaipeda, como no podía ser de otra manera, el baloncesto también es una religión. Prueba de ella es que cuenta con una de las escuelas más prolíficas a la hora de formar a baloncestistas de alto nivel. Se creó en 1972 bajo el nombre de Vladas Knasius en honor a este ilustre entrenador que dirigió al Neptunas en sus inicios. El arraigo de la ciudad con el inquilino del Buesa Arena es evidente, ya que vio nacer a dos de los francotiradores más letales que dispuso en su día Dusko Ivanovic para conformar aquella temible versión del TAU Cerámica.

Se trata de Saulius Stombergas y Arvydas Macijauskas, naturales de Klaipeda y partícipes de la época más dorada de un club que les recuerda con nostalgia ante la sonora pérdida de competitividad que está experimentando en los últimos tiempos. El primero -autor de un pleno histórico de 9 de 9 en triples en la Euroliga en aquella velada celebrada en Atenas ante el AEK en 2001 y ahora técnico en el paro tras abandonar el banquillo del Zalgiris en mayo de este año- nunca militó en el Neptunas, pero se formó entre 1983 y 1992 en la escuela que ejerce de vivero de jugadores para el modesto rival baskonista. Por ella también han pasado casi todos los anónimos integrantes que conforman en la actualidad una plantilla con únicamente dos extranjeros.

Antes de recalar en el Lietuvos Rytas e iniciar una carrera fulgurante que incluiría su aterrizaje a la NBA, Mache también hizo sus primeros pinitos en este popular centro desde 1989. Fue el paso previo a vestir la elástica del novato de la Euroliga durante el trienio comprendido entre 1996 y 1999, anotando 12,3 puntos de media y con un 53% de acierto en el lanzamiento triple. El rubio tirador, penúltimo gran killer de que ha dispuesto el Baskonia antes del fichaje de Igor Rakocevic, ejerce hoy en día como director de la escuela en compañía de otro antiguo internacional lituano como el gigante Eurelijus Zukauskas. Ambos son los encargados de formar como personas a todos los jóvenes que sueñan algún día con ser baloncestistas, además de enseñarles los conceptos básicos del juego y pulir su técnica individual.

Además de Stombergas y Macijauskas, otro rostro conocido que nació en Klaipeda es Arturas Karnisovas. Fue un elegante alero con un talento innato que militó durante dos etapas en el Barcelona y componente de la selección lituana que conquistó el bronce en los Juegos de Barcelona. Tras ejercer como ojeador de la NBA para Houston Rockets, desde el año pasado ostenta un cargo directivo en Denver Nuggets.