Vitoria - A la cuarta, por fin fue la vencida. Al derbi llegaban los dos protagonistas con los papeles cambiados. Un Baskonia cabizbajo y sin margen de error para no perder más comba en la carrera copera ante un vecino vizcaíno sin urgencias y con la tranquilidad de los deberes hechos en las jornadas anteriores merced a un plácido calendario. Pues bien, los cuarenta minutos reglamentarios en el Buesa Arena invirtieron el estado de ánimo de dos equipos cuya diferencia actual en la tabla clasificatoria es irreal y engañosa. Aunque el inicio hizo temer lo peor y amenazó con reproducir las pesadillas de partidos precedentes, restauró el equilibrio la tropa vitoriana a partir del segundo cuarto para salvar los muebles e inaugurar su casillero de triunfos a nivel doméstico.
Con todo, el sufrimiento se apoderó del Buesa Arena hasta las postrimerías. Sólo respiró aliviada la grada cuando Doron Perkins, uno de los hombres más discutidos que comienza a ganarse el fervor del respetable -fue despedido con una ovación de gala-, entró en erupción para sepultar las esperanzas bilbaínas. Con 10 puntos casi de una tacada y con San Emeterio y Bertans como grandes lugartenientes, el base estadounidense resolvió con maestría un encuentro que se encaminaba hacia un cara o cruz. El marcador final fue demoledor para los visitantes, que a dos minutos para la conclusión (75-71) se agarraron a la opción de seguir imbatidos gracias a la raza de Mumbrú, que superó los dolores en la planta del pie y fue de la partida con una merma evidente.
Tras las sucesivas caídas ante el Barcelona, Unicaja y Andorra, se liberó por fin el Laboral Kutxa con un triunfo redentor que apaciguará, al menos momentáneamente, los ánimos de las altas esferas y supone un balón de oxígeno para Crespi y sus muchachos. Ganó el conjunto alavés y durante muchos minutos también convenció ante un rival huérfano de argumentos y que se fue diluyendo tras una puesta en escena espectacular. La sombra de otro mazazo sobrevoló hasta el minuto 12, momento en que el monólogo vizcaíno dejó paso a una aseada labor del más necesitado. Y es que el hambre azulgrana pesó más en la balanza que la complacencia de un Bilbao Basket algo conformista y que careció de fe para sacar partido de la ansiedad y problemas que atenazaban al inquilino del Buesa Arena.
Otro arranque aterrador obligó al Baskonia a navegar contracorriente. Más asentado sobre la cancha y con las ideas meridianamente claras para hurgar en las heridas locales, el Bilbao Basket comenzó a embestir desde el salto inicial a un anfitrión convertido en un auténtico manojo de nervios. Tras una semana jugando al gato y al ratón con su presencia, se vistió de corto Mumbrú. Sin embargo, fue otro viejo rockero como Raúl López quien sentó cátedra en el Buesa Arena por enésima vez para propiciar los momentos más tenebrosos de la velada (19-30).
Cuando sobrevolaba la sombra del 0-4 en el casillero, emergió la mejor versión azulgrana de la presente temporada. Un colectivo con sangre en los ojos, mordedor en todas las líneas de pase, sin fisuras a la hora de cerrar el rebote defensivo, raudo al contragolpe y con una milimétrica puntería exterior. Bajo estos ingredientes, el Laboral Kutxa firmó un parcial de 22-4 hasta el intermedio que dinamitó un derbi teñido hasta ese momento de negro. Fueron minutos álgidos en los que el equipo recobró la comunión perdida con la grada y mostró el boceto de lo que desea Crespi.
Fueron minutos álgidos en los que, dentro del notable tono colectivo, San Emeterio alzó la voz para reclamar su liderazgo, Bertans hizo daño como falso cuatro y Hamilton insufló energía y dureza a una zona donde Marko Todorovic había campado a sus anchas en los albores ante la escasa pujanza de Iverson. Éste último, eso sí, se erigió en un valladar defensivo tras el descanso. El técnico italiano simultaneó la presencia de dos bases en los momentos de la verdad. Heurtel dirigió la orqueta y Perkins sentenció. El intercambio de canastas fue roto por el ex del Maccabi, un demonio en los minutos finales que firmó canastas de todos los colores. Salió a flote así un Baskonia que a corto plazo disfrutará de un calendario propicio para instalarse en el sitio que le corresponde.
El alero todoterreno que sumó en todas las facetas y firmó un trabajo multidisciplinar. Pese a que Mumbrú le puso en apuros en el poste bajo, fue el hombre del derbi con su valoración.