vitoria - La temporada que acaba de dejar atrás el Baskonia no quedará ni mucho menos para el recuerdo. Más bien, todo lo contrario. Nocioni ha vuelto a ser el faro espiritual que intentó a duras penas tirar del carro del equipo vitoriano, mientras que dos jóvenes como Heurtel y Pleiss han terminado de revalorizarse para colocarse en el escaparate y dejar este verano un buen puñado de euros en las arcas del club. Más allá de la solvencia de la columna vertebral, únicamente ha crecido un brote de esperanza en el Buesa Arena a lo largo de estos meses tan amargos.
Muchos ojos de los aficionados se iluminaban en cuanto Sergio Scariolo llamaba a filas, eso sí con cuentagotas, a un espigado africano dispuesto a comerse el mundo en la campaña de su bautismo liguero. A sus 19 años, Ilimane Diop atesora un porvenir sensacional. Sus apariciones han quebrado la monotonía en muchos minutos. El baskonismo, falto de referentes con los que identificarse, ha apreciado en su justa medida la entrega, el ardor y la intensidad de un chico predestinado a vivir bien del baloncesto si no se tuerce su carrera.
Sus carencias técnicas y tácticas están ahí dada su juventud y le quedan también muchas horas de gimnasio para robustecer un cuerpo demasiado liviano y pegarse con armarios empotrados en la zona. Por último, sus rodillas son de cristal, pero la ambición que destila en cada defensa y ataque le conceden el crédito del que adolecen otras promesas de sus mismas características. A diferencia de ellos, su origen humilde y la dura infancia vivida junto a sus padres le permiten tener la cabeza bien amueblada.
Tras acabar cedido el pasado curso en el UPV Álava de EBA, donde fue enviado tras una cesión poco exitosa en el Araberri, su vitola de jugador de formación resultó indispensable para que el Baskonia le hiciera un hueco en su primer equipo. Uno de los objetivos que se le encomendó desde las altas esferas a Scariolo fue contribuir al progresivo crecimiento de los cachorros en la medida que fuera posible. Pues bien, esa aspiración azulgrana ha quedado saldada de forma desigual. Las luces de Diop han contrastado sobremanera con las sombras de Van Oostrum.
El entrenador transalpino recurrió a los servicos del africano en muchos partidos -la mayoría ante rivales de escaso fuste- con el propósito de dar una vuelta de tuerca más a la intensidad defensiva, que durante casi todo el ejercicio ha brillado por su ausencia. Muchos, en cambio, abogaban incluso por un rol más importante en las inmediaciones del aro ante las continuas lesiones y el decepcionante papel de Lamont Hamilton.
Diop ha tomado parte en un total de 35 encuentros. De ellos, 21 tuvieron lugar en la ACB y 14 en la Euroliga con números prácticamente idénticos. Se ha movido en medias aproximadas de 3 puntos y 2 rebotes en 9 minutos, algo que no ha reflejado siempre el trabajo oscuro de un interior con unos enormes tentáculos para cambiar tiros.
Si algo ha llamado también la atención de su primera aventura en la élite, ha sido su osadía. Sus peleas dialécticas y roces con jugadores mucho más veteranos -el más sonado fue el que mantuvo con el madridista Bourousis en el Palacio de los Deportes- dejan entrever que este cinco nacido en Dakar no se arruga ante nada ni ante nadie. De cara al futuro, posiblemente, se verá obligado a mitigar ese carácter impulsivo y cuidar algunos gestos para no verse en la diana permanente de los árbitros. Son los típicos pecados de juventud que, con el transcurrir de los años, pasan a mejor vida.
La duda estriba en qué papel le asignará el Baskonia para su próximo proyecto. De mantenerse el actual sistema de cupos, algo que está por ver ante las veladas amenazas de la Unión Europea, no cabe duda de que Diop seguirá seguirá su progresión en la capital alavesa. Si se erradican de una vez por todas y no hay cortapisas a la hora de fichar extranjeros, cabe la opción de una cesión a otro lugar para que disfrute de más minutos y termine de foguearse. En la posición de cinco, no existen excesivas dudas acerca de que Pleiss hará las maletas y que el futuro de Hamilton, el hombre que le cerraba el paso, se presenta incierto.