vitoria - Ganar en el Príncipe Felipe y asegurar prácticamente la sexta plaza para recibir como obsequio un enfrentamiento complejo ante el Barcelona. O, en su defecto, dejarse llevar en la matinal prevista en tierras mañas para mantener su ubicación actual y, en función de los resultados del próximo fin de semana, verse las caras con el Valencia Basket, otro muro de hormigón contra el que no resulta demasiado aconsejable chocarse esta temporada, pero también algo más humano que el cuadro catalán según algunos entendidos en la materia.
Ese es el dilema al que se expone pasado mañana el Laboral Kutxa, que está dejando la sensación en el ambiente de anteponer un pulso con los levantinos en la primera eliminatoria de las series finales por el título. Así lo manifestó con claridad hace días Fabien Causeur cuando fue cuestionado por los medios sobre sus preferencias para el primer duelo de cuartos de final.
Para que el deseo del escolta francés se materialice, las premisas son muy claras. Si pierde ante el conjunto de José Luis Abós, el Laboral Kutxa caerá momentáneamente pasado mañana a la octava posición -siempre que el Cajasol supere esta noche al Joventut-, pero dispondrá en la última jornada de una inmejorable oportunidad para recuperar el séptimo lugar que ostenta en la actualidad. Si se produce una carambola lógica, su triunfo en el Buesa Arena ante el Fuenlabrada y la derrota de los sevillanos en el Palau Blaugrana ante un Barcelona sin ningún aliciente en juego, se hará realidad el duelo frente a los de Perasovic.
Es el tortuoso camino que aguarda a corto plazo a un Baskonia que a estas alturas de la película se ve obligado a hacer unas cábalas carentes de toda lógica debido a sus continuas concesiones a lo largo de una decepcionante fase regular. Cuando uno carece de confianza en sus propias posibilidades y se muestra inestable como colectivo, surge la picaresca a la que se abonan los equipos pequeños. Dejarse ganar para escoger un rival a la carta -una práctica a la que el antiguo TAU de Julio Lamas recurrió hace años en la Copa Saporta para evitar al Kinder de Bolonia y propiciar un duelo ante el AEK griego tras una vergonzosa derrota frente el Mazowiecki polaco en el pabellón Araba- suele deparar a la larga funestas consecuencias.
Minusvalorar al Valencia Basket, hasta la fecha campeón de la Eurocup, todavía con opciones matemáticas de pelear por la primera posición y autor de un baloncesto excelente gracias a una intensidad asfixiante, escapa a cualquier análisis imparcial. Además, los tres enfrentamiento del presente curso ante los taronjas se han saldado con derrota. Es cierto que dos de ellas se produjeron sobre la bocina, algo que alimenta las esperanzas de acceder a semifinales. De los cuatro encuentros ante el combinado catalán, por su parte, el Laboral Kutxa ha solventado dos a su favor. Por tanto, no se atisba a priori ningún beneficio por actuar a las primeras de cambio ante el inquilino de La Fonteta, un equipo en estado de gracia.