Vitoria. Mientras el Baskonia va dando pasos cortos pero seguros hacia su estabilidad definitiva y cruza los dedos para que no haya nuevos lesionados que engrosen su ya de por sí poblada enfermería, surge una interrogante en la dirección de juego que el paulatino transcurrir de la temporada irá resolviendo. ¿Quién es la auténtica cabeza pensante del equipo predestinada a llevar las riendas y transmitir seguridad en los momentos calientes? De momento, el reparto equitativo de minutos entre Heurtel y Hodge impide emitir una respuesta nítida.
Esta fase menos trascendental de la temporada sirve para que Scariolo vaya tomando buena nota de las virtudes y defectos que abanderan a sus dos bases de confianza. El técnico italiano se halla en la obligación de estudiar a fondo qué es lo que puede extraer de cada uno, valorar su capacidad organizativa, lectura del juego o sangría fría y, en definitiva, saber cómo se desenvuelven en una situación de máximo riesgo. Así se justifica, en parte, que tanto el irreverente francés como el menudo portorriqueño -dos agitadores que se desenvuelven a la perfección cuando el partido es de elevadas revoluciones- hayan dispuesto hasta ahora de una cuota de protagonismo prácticamente similar en la Liga ACB y la Euroliga. De momento, se produce una igualdad técnica en el rendimiento de ambos con una alternancia de luces y sombras.
Mientras en la mayoría de los conjuntos hay una diferencia sustancial entre la jerarquía del titular y del suplente, el Laboral Kutxa esgrime dos jugadores -sin obviar tampoco a un joven Van Oostrum que vive una compleja aclimatación a su bautismo en un club de élite- capacitados para disputar a buen nivel los minutos de la verdad. Incluso, hay espacio para que los dos coincidan al mismo tiempo ante la evidencia de que Jelinek será el único dos puro con que puede quedarse Scariolo si Kaukenas y Kelati hacen las maletas en un breve plazo de tiempo una vez concluyan sus contratos temporales.
Dudas y destellos El meditado planteamiento del entrenador transalpino es entendible desde todos los puntos de vista por mucho que Hodge representara el pasado mercado estival una de las apuestas más ambiciosas de Josean Querejeta para regenerar a un equipo huérfano de carácter y que la continuidad de Heurtel estuviera en tela de juicio hasta el último momento tras el interés inicial mostrado por el Anadolu Efes. El ex del Zielona Gora, acostumbrado en Polonia a jugarse todos los balones y disfrutar de manga ancha para hacer lo que quisiese al frente del timón, trata de adaptarse a marchas forzadas al nuevo y sacrificado rol que se le exige en el Buesa Arena. Se trata de perder brillo a nivel individual en aras de hacer mejores a sus compañeros y de que el vitoriano sea un grupo armónico, altruista y solidario. Algo que no es fácil de llevar a la práctica por alguien que tenía entre ceja y ceja la canasta rival.
Mientras Hodge se halla inmerso en ese costoso reciclaje hacia una nueva personalidad, todavía no ha adquirido los automatismos necesarios con sus compañeros y padece el extremo rigor arbitral en la ACB a la hora de ver penalizados sus contactos, Heurtel le saca varios cuerpos de ventaja en lo que es su integración en el difícil universo azulgrana. Además de estar completamente amoldado a Vitoria y a la filosofía del Laboral Kutxa tras haber iniciado su tercera temporada de militancia, el imprevisible francés parece estar viviendo sus mejores momentos desde que fuese reclutado por la dirección deportiva en el verano de 2011 procedente del Alicante.
Un verano entero a la sombra de Tony Parker en la poderosa selección francesa -campeona de Europa en Eslovenia- le ha servido para domar esa furia incontenible que le hace incurrir en graves errores de precipitación e ir corrigiendo alguna de las sangrantes lagunas acreditadas hasta ahora. A su consabido desparpajo para resolver -y también arruinar- un partido en los compases finales con un golpe de genio, añade ya otros ingredientes de indudable valía para dinamizar su eléctrico baloncesto. Por ejemplo, su pick and roll con Pleiss resulta letal para los rivales. Mientras su lectura del juego y la elección del pase en el momento preciso se mantienen aún como dos aspectos muy mejorables, Heurtel deja entrever que es un base más maduro y menos alocado.
De esta apasionante lucha por el timón debe salir ganador un Baskonia que, tras la dramática marcha de Pablo Prigioni a los Knicks de la NBA, ha malvivido para encontrar un director de orquesta que gobierne con puño de hierro los partidos. La sombra del argentino fue demasiado alargada durante un pasado ejercicio en el que Taylor Rochestie, Carlos Cabezas, Omar Cook y el propio Heurtel naufragaron a la hora de dotar de solidez a una demarcación crítica que, ante todo, necesita estabilidad y una figura reconocible.