Vitoria. Ganar en Euroliga siempre resulta importante. Hacerlo en Tel Aviv, en ese santuario que es la Mano de Elías, sede del todopoderoso Maccabi, otorga un plus extraordinario. El Baskonia lo comprobó ayer; una vez más. Como en su día hizo con aquel recordado triple de Bennett en el último suspiro. Un capítulo excelso para la historia del club. Hace tres días la expedición azulgrana aterrizó en Israel cargado de dudas, falto, quizá de optimismo, y sobre todo lastrado por una baja tan sensible como la de Andrés Nocioni, el gran baluarte. Dos días después abandonó el histórico pabellón con un chute de adrenalina que refuerza su autoestima y evidencia que el carácter baskonista, con noches como la de ayer, ha vuelto. Después del palo de hace unas semanas en Krasnodar -donde el equipo desperdició un partido ganado en el último minuto- y el mayúsculo resbalón en el Buesa Arena frente al Estrella Roja, el guión de la película rodada ayer en Tel Aviv no ofrecía muchos más finales que la victoria para continuar agarrados al tren del Top 16. Y a ella se encadenaron, con una personalidad arrolladora, los tres actores secundarios que firmaron otra de esas veladas históricas que tan grande han hecho al equipo. Fueron Tibor Pleiss, Milko Bjelica y, sobre todo, David Jelinek, el imberbe escolta checo que firmó su mejor partido de la temporada. Suya fue la osadía de los últimos balones y suyos también los puntos -acabó el partido con 14- que materializó durante los 31 minutos que Sergio Scariolo lo puso en danza. En su primera visita al imponente templo israelí, Jelinek se encargó de profanar la espiritualidad de un escenario elegido para los más grandes con un manotazo mayúsculo que silenció a los casi 12.000 espectadores.
Le acompañaron en la batalla Pleiss, el mayor anotador del Baskonia con 16 puntos, y Bjelica, que fue el más valorado, con 11 puntos y diez rebotes. El de Montenegro se integró hace un mes a la disciplina azulgrana con carácter de urgencia dado el acuciante parte de lesiones y firmó un contrato temporal de un mes. Ese plazo expira en los próximos días, aunque todo apunta a que Josean Querejeta hará uso de la opción que le permite prorrogar ese acuerdo después del sorprendente comportamiento que viene demostrando en las últimas semanas. Sin el Chapu lesionado y con las dosis de Hamilton justas, se esperaba que fuera San Emeterio quien tirara ayer del carro y ejerciera de padre ante un colectivo tan joven.
Sin embargo no apareció. O no lo hizo al menos en su justa medida, de modo que fue el descaro de los más babys quienes resucitaron al muerto. Cuajaron a partir de ahí una actuación soberbia. Se sobrepusieron primero a la ruidosa e incómoda caldera israelí, aguantaron después el mal inicio en el tercer cuarto, cuando el Maccabi se fue de nueve, y se vinieron arriba sobre todo a pesar de una decisión arbitral absolutamente partidista a falta de tres minutos para el final que pudo haber sacado al equipo del partido. Pero ahí aparecieron Jelinek, Bjelica y Pleiss. Veteranos por un día para soportar el peso de la presión y pintar la cara al todopoderoso conjunto macabeo.