vitoria. La última vez que su legendario padre disputó un partido correspondiente a la Liga ACB hace 18 años, él ni siquiera había nacido. El chico es rubio, tiene 17 años, vive en Torremolinos y habla con el mismo acento y muletillas que cualquier adolescente andaluz de la zona. Cuando lo ve desenvolverse con tanta naturalidad y desparpajo sobre la pista, El Zar actúa como el típico progenitor. Esto es, muy pendiente de sus movimientos desde la grada y sin parar de hacerle fotos. Pasarían por la clásica familia turística de la ciudad andaluza si no fuera porque los rasgos, la notable envergadura y el mítico apellido les delatan desde muy lejos.
Domantas Sabonis, hijo del mítico Arvydas que tantas noches gloriosas de baloncesto regaló en su día a los aficionados y más conocido como Domas, centra por motivos obvios muchas de las miradas en el Unicaja, el rival liguero del Laboral Kutxa hoy en el Buesa Arena. Tan prometedor es su futuro como enorme su timidez. "No le dejan conceder entrevistas y está ultraprotegido por el club", confiesa un periodista de un medio malagueño. Inculcada su pasión por el baloncesto por uno de los mejores pívots de la historiad este deporte, apunta grandes maneras a tenor de lo que está mostrando este curso a las órdenes del catalán Joan Plaza.
Sin embargo, no está nada claro que el público andaluz vaya a poder disfrutarle durante mucho tiempo. Y es que el bisoño ala-pívot lituano pero de origen estadounidense se ha negado hasta ahora a firmar un contrato profesional con el Unicaja para no cerrarse las puertas de la NCAA, la Liga universitaria estadounidense. Arizona State, donde ya ha estado de visita, y Oregon desean contar a partir del año que viene con sus servicios. Y Domas sabe que las normas de la competición son estrictas a la hora de acoger a los jugadores. Para preservar su carácter amateur, la competición prohibe a sus futuribles haber firmado antes contratos con equipos de élite, cobrado por participar en un torneo como la ACB y recibido premios por encima de los gastos necesarios.
Domantas nació en Portland, ya en plena aventura de su padre en la NBA con los Trail Blazers. Mide 2,07 metros y, aunque todavía puede crecer más según los médicos -el pasado verano ganó 6 centímetros-, no luce el aspecto imponente de Arvydas. Es más fino, más rápido y juega de cuatro por expreso deseo de Plaza, que se resiste a hacer de él un gran alero tal y como deseaban los técnicos del club costasoleño. A diferencia de otros jóvenes de su edad, su presencia no es simbólica en un conjunto de ambiciosas miras. En el capítulo de mejoras, su falta de físico -es demasiado liviano como Ilimane Diop- y el tiro exterior emergen como sus asignaturas pendientes.
un niño aplicado Desde bien pequeño, su vida ha girado en torno a Málaga en compañía de su hermano Tautvydas, que le saca cuatro años, y Austrine, la menor de los Sabonis. Zygimantas, el mayor de todos, reside en Madrid. Dicen los que le conocen que apenas tiene tiempo libre en su vida. De hecho, cursa sus estudios de Bachillerato en un colegio inglés de Torremolinos. Tan comprometido está con su formación que no sabía a ciencia cierta si podría compaginarla con el baloncesto cuando fue ascendido este verano al primer equipo. Domas pretende acabar el colegio el próximo año, como le corresponde, y decidir después hacia dónde orientará su carrera deportiva.
Otra curiosidad es que hace escasas fechas se convirtió en el debutante más joven de la historia del Unicaja con 17 años, 5 meses y 10 días. Su bisoñez no le impidió firmar un estreno prometedor ante el Estudiantes al anotar 6 puntos y capturar 3 rebotes en 15 minutos de juego. Tampoco parece tener techo por el momento con las categorías inferiores de la selección lituana. Ya en 2012, brilló en el Europeo sub' 16 con 14,1 puntos, 14,4 rebotes, 2,4 asistencias y 1,4 tapones de media. Este verano, antes de incorporarse a la pretemporada, promedió 14 puntos, 11,4 rebotes y 1,4 asistencias en el Europeo sub' 18. Fue el máximo reboteador en ambos campeonatos. Aunque igualar a su padre es imposible, nadie pone límites a su progresión. Esta mañana, el público del Buesa Arena podrá calibrar de lo que es capaz en un futuro. Ser hijo de nunca ha sido fácil, pero Domas no podía tener en casa un mejor consejero para ganarse la vida con el baloncesto.