Vitoria. Por tercer año consecutivo, el Laboral Kutxa juega con fuego en la Euroliga. Han quedado ya bastante atrás aquellos dorados tiempos en los que el club vitoriano veía la primera fase de la competición como un simple trámite para entrar en calor y economizar fuerzas de cara a las ásperas refriegas de las posteriores rondas. Hoy en día, la indudable pérdida de pujanza atisbada en los proyectos de Josean Quereja se traduce en sudores fríos para simplemente materializar el objetivo básico de la clasificación hacia el Top 16.

Hace dos campañas, una fatídica velada en Bilbao supuso hasta la fecha el único borrón azulgrana desde el nacimiento del torneo más glamouroso. El pasado curso, cuando los fantasmas de otra prematura eliminación a las primeras de cambio merodeaban el Fernando Buesa Arena, una milagrosa canasta contra tablero de Heurtel ante el Emporio Armani y los posteriores triunfos ante el Anadolu Efes y el Cedevita evitaron un nuevo varapalo deportivo y también económico para las arcas de la entidad.

Dos victorias en las tres primeras jornadas dibujaron un panorama alentador, pero el Baskonia se ha metido solito en un callejón oscuro al final de la primera vuelta tras la afrenta sufrida ante el Estrella Roja y la desgraciada parálisis del jueves en Krasnodar como consecuencia de un aterrador minuto final. Sin ser todavía su situación dramática, el margen de error se le va acabando a la formación de Scariolo. Maccabi y Lokomotiv, líderes del grupo D con cuatro victorias, parecen inalcanzables. Por tanto, los cuatro restantes pasajeros del lote se repartirán los dos últimos billetes en una pelea cruenta que amenaza con no resolverse hasta el último momento.

Un aspecto a favor de los alaveses es que deben disputar tres compromisos en el Buesa ante el Panathinakos, el Lietuvos Rytas y el Lokomotiv Kuban. En caso de saldarse de manera favorable, la clasificación no correría peligro. El problema reside en que la pista de Zurbano ha dejado hace mucho tiempo de ser un fortín inexpugnable para toda clase de rivales continentales. De los dos desplazamientos pendientes, uno -el del jueves de la próxima semana- entraña una máxima dificultad porque se rinde visita el Nokia Arena de Tel Aviv, uno de los santuarios europeos en los que el Baskonia ha protagonizado en el pasado gestas inolvidables. El otro tendrá lugar en tierras balcánicas -posiblemente en el infierno del Pionir- con la visita al Estrella Roja.

Un problema mayúsculo que juega en contra de los intereses azulgranas es el inquietante basket average con los griegos (-21) y los serbios (-10), algo que tiene visos de obligar al Laboral Kutxa a sumar un triunfo más que dos de sus rivales directos para no verse perjudicado en el caso de empates.