Una Euroliga sin él no es lo mismo. La pasada edición continental estuvo marcada, entre otras cosas, por la ausencia del más grande. Tras poner fin a su longevo ciclo al frente del Panathinaikos, donde conquistó la friolera de 23 entorchados en trece campañas, Zeljko Obradovic decidió tomarse un año sabático para recargar las pilas y volver con renovadas fuerzas. Y así ha sido. Durante todo este tiempo, no desconectó del todo y, de hecho, siguió en directo junto a su inseparable Dimitris Itoudis la Copa del Rey celebrada en el Fernando Buesa Arena. En Vitoria, eso esí, esquivó a los medios de comunicación para no dar pistas sobre lo que haría en el futuro.

Sin embargo, nadie obviaba que el cuerpo le pedía volver. El gusanillo de enfundarse el traje y la corbata para entrenar otra vez al más alto nivel le picaba. De ahí que el laureado preparador serbio aceptase el enorme desafío de convertir a un club tradicionalmente perdedor como el Fenerbahce en un aspirante en todos los frentes. Un tipo como él, con ocho Euroligas a sus espaldas ganadas con cuatro equipos diferentes -Partizan (1992), Joventut (1994), Real Madrid (1995) y Panathinaikos (2000, 2002, 2007, 2009 y 2011)-, se halla sobradamente capacitado para cualquier reto y el que afrontará a partir de ahora en la capital estambulí tiene su miga pese a que los dirigentes otomanos han satisfecho casi todas sus peticiones en materia de fichajes.

Ha bastado que Obradovic retomase su aventura en los banquillos para que un buen puñado de los jugadores más cotizados del mercado estival se vieran tentados para trabajar a sus órdenes. Primero convenció al internacional croata Bojan Bogdanovic para que no diera el salto a la NBA y se quedara en el equipo en lugar de recalar en los Brooklyn Nets junto a, entre otros, Mirza Teletovic. Después, persuadió a Nemanja Bjelica para que prefiriera vestirse de corto en Estambul y no en el Barcelona cuando la entidad blaugrana ya había prácticamente convencido al ala-pívot serbio. Luka Zoric y Linas Kleiza fueron los siguientes en verse persuadidos por el influjo de un entrenador que atesora un imán para atraer a las estrellas y construir bloques ganadores.

Medios turcos también especularon con la posible llegada de Hidayet Turkoglu, aunque finalmente el alero de Orlando prolongará su estancia en Estados Unidos. Otro de sus objetivos reside en que el eléctrico Bo McCalebb vuelva a destapar toda su magia en la dirección de juego.

Con su vuelta a un banquillo del Viejo Continente, Obradovic también frenó los rumores que le colocaban en la NBA. Muchos fueron los equipos, sobre todo Detroit Pistons, que se postularon para hacerse con sus servicios. El serbio, de 53 años, que habría sido el primer europeo en recalar en una franquicia de la liga norteamericana, no aceptó la mayoría de las ofertas porque reclamaba plenos poderes en la toma de decisiones. Una capacidad de liderazgo que sí tendrá ahora en el Fenerbahce, que se halla ante una oportunidad única para dejar atrás la espiral de sonoros batacazos que viene coleccionando en los últimos tiempos. Si el balcánico no le dota de un aura de bloque ganador, desde luego, no lo hará nadie.