REAL MADRID Llull (14), Rudy (11), Darden (3), Mirotic (18), Bourousis (2) -cinco inicial-, Carroll (18), Díez (7), Slaughter (6), Rodríguez (14), Reyes (5), Draper y Mejri (2).

BILBAO BASKET López (3), Bertans, Mumbrú (16), Hervelle (7), Kavaliauskas (9) -cinco inicial-, Pilepic (5), Gabriel (13), Vrkic, Carmichael (4) y Grimau (4).

Parciales 25-24, 28-11, 20-16, 27-10.

Árbitro Martín Bertrán, Pérez Pérez y Cortés.

vitoria. El efímero sueño del Bilbao Basket se evaporó demasiado rápido. En un santiamén, para ser exactos. El aseado cuarto inicial vizcaíno, sostenido por un imperial Mumbrú, envalentonó a un Madrid que, tras arrancar con el freno de mano puesto, impuso la lógica en cuanto ambos técnicos comenzaron a llamar a filas a la segunda línea. La providencial entrada de un pistolero letal como Carroll alteró el decorado y dio paso a un incontestable monólogo blanco. El virtuoso cuadro de Laso causó estragos gracias a ese baloncesto dinámico, centelleante y rebosante de eficacia desde el perímetro que le devolvió el pasado curso la hegemonía estatal por delante del Barcelona.

Pasados los diez primeros minutos de toma y daca que se convirtieron en un triste espejismo, un baño de realismo inundó las casi desérticas gradas del Buesa Arena. Si alguien confiaba en que alguno de los dos grandes emitiese en estos albores de curso algún signo de debilidad en un torneo de pretemporada y con poco glamour como la Supercopa, estaba equivocado. Blancos y culés no están dispuestos a dejar ni las migajas al resto y prueba de ello fue el abrumador ejercicio de superioridad de un Madrid tan sobrado que se permitió el lujo de mantener en el anonimato a Draper o Mejri. En definitiva, un presagio de lo que sucederá a lo largo de los próximos meses en una ACB cada vez más descafeinada. Tras el descanso, la magia del Chacho y la elegancia de Mirotic atropellaron a un Bilbao Basket al que no le quedó otro remedio que orientar su mirada hacia su inminente compromiso con los Sixers.