vitoria. La Euroliga 2013-14 empieza a cocerse en los despachos desde hace semanas. Una vez ya han finalizado la mayoría de competiciones nacionales, los rectores se esmeran en dar forma y terminar de confeccionar un torneo que volverá a reunir a lo más granado del Viejo Continente. Aunque alguna liga doméstica como la italiana o la ACB todavía no ha resuelto la identidad del campeón, la lista de participantes se halla prácticamente perfilada. Apenas resta algún enigma en cuanto a los beneficiarios de la licencia B y los dos conjuntos que accederán a la misma procedente de la fase previa. Entre el selecto ramillete de 24 equipos que pelearán por la máxima corona continental figurará una temporada más el Baskonia, cuya licencia A ganada a pulso durante la última década le garantiza disputar sin problemas el torneo por excelencia pese al descalabro sufrido en los cuartos de final de la ACB ante el Gran Canaria.

La prematura eliminación frente a los insulares no alterará los biorritmos del inquilino del Fernando Buesa Arena, que conserva un prestigio indudable ante los ojos de las altas esferas y puede presumir de ser uno de los pocos en haber tomado parte en todas las ediciones desde su bautismo en el año 2000. El reto volverá a ser mayúsculo, porque a la progresiva pérdida de pujanza alavesa se suman las inversiones multimillonarias de los principales favoritos. No obstante, el Olympiacos ha evidenciado en los dos últimos ejercicios que el dinero no lo es todo a la hora de izar el título, que siempre descansa a la postre en las vitrinas de aquel que se comporta como un bloque sin fisuras.

El sistema de clasificación diseñado por Jordi Bertomeu desde hace un lustro da pie a que ninguno de los clásicos europeos vea comprometida su presencia con independencia de una pésima trayectoria a nivel doméstico. El director ejecutivo tomó, eso sí, la determinación de que las licencias A se revisen año a año en lugar de cada trienio, como venía ocurriendo hasta ahora. Aunque los equipos que gozan de este privilegio deben ganarse cada curso mantener el estatus, la criba afectará este verano al Prokom polaco, cuyos malos resultados en la pasada Euroliga le abocarán a perder la categoría. Cabe recordar que los directivos del torneo otorgan un punto por partido jugado, dos por partido ganado y otros dos por clasificarse para la siguiente fase.

La Euroliga deberá decidir en breve la identidad del club que ocupa la plaza de los polacos. El elegido en cuestión, si no hay sorpresas, será el campeón de alguna liga nacional que, además, se verá obligado a cumplir otros requisitos como disponer de un pabellón con un aforo mínimo para 10.000 espectadores -suena a chiste, eso sí, que Bertomeu siga haciendo la vista gorda con algunos privilegiados como el Barcelona en esta materia y conceda moratorias a la hora de concretar la ampliación del pabellón- y tener firmado un contrato con un operador televisivo para la retransmisión de los partidos.

clásicos y sorpresas Además del Laboral Kutxa, quienes conservan su licencia A son otros tres equipos españoles (Barcelona, el Real Madrid y Unicaja), dos griegos (Olympiacos y Panathinaikos), dos turcos (Anadolu Efes y Fenerbahce), dos italianos (Montepaschi y Emporio Armani), un ruso (CSKA), un israelí (Maccabi) y un lituano (Zalgiris). Otro que se ha ganado su billete es el potente Lokomotiv Kuban, cuyo título de la Eurocup en la final ante el Bilbao Basket le proporciona la posibilidad de acceder directamente al torneo más glamouroso. El opulento conjunto ruso, que acoge entre sus filas a nombres rutilantes como Hendrix, Maric, Calathes o Jasaitis, vivirá su primera experiencia como uno de los nuevos ricos del Este, el emergente rincón continental donde abunda el dinero en estos últimos tiempos de apreturas económicas para atrapar a las piezas más codiciadas del mercado.

Los restantes nueve participantes inmiscuirán su figura con una licencia B bajo el brazo, obtenida por la clasificación en su propia competición nacional. Aquí se centran las mayores incógnitas, ya que la Euroliga se reserva en este grupo la posibilidad de conceder alguna invitación a la carta a equipos de algún país con buen merchandising y susceptibles de hacer recaudar dinero a una competición meramente mercantilista. Así sucedió el año pasado, por ejemplo, con el Alba Berlín, integrante de un mercado como el alemán que las altas esferas deseaban explorar a toda costa.

De la Liga Adriática, que engloba a todos los equipos balcánicos, tienen su presencia asegurada el Partizan y el Estrella Roja del exbaskonista Igor Rakocevic, los finalistas de la reciente Final a Cuatro saldada con el triunfo de los sepultureros. La polémica, en cualquier caso, no se ha amainado, ya que la Euroliga cambió en el último momento el criterio por el que el campeón de la fase regular -en este caso el Igokea bosnio- poseía un lugar fijo en la competición. Campeones nacionales como el Galatasaray turco, el Nanterre francés -éste logró su propósito contra todo pronóstico tras acabar octavo la fase regular-, el Brose Baskets alemán y el Cibona croata, la mayoría de ellos con un indudable prestigio ante los ojos de los rectores continentales, también serán otros de los posibles adversarios azulgranas. El Virtus Roma, que disputa en estos momentos la final de la Lega transalpina ante el Montepaschi, podría recuperar el espacio que perdió la pasada temporada. Dos clásicos como el Lietuvos Rytas y el Khimki, subcampeones lituano y ruso respectivamente, también se encuentran predestinados a obtener una licencia B.

A partir de aquí, es factible que los ganadores de ligas menores y de escaso caché no consigan el pasaporte directo y deban superar una fase previa compuesta por ocho conjuntos. De ella, prevista en septiembre, volverán a salir los dos últimos agraciados que pasen a los bombos sorteados en julio. El Riga letón, el Maccabi Haifa israelí -increíble verdugo del Maccabi-, el Krka esloveno, el Budivelnyk ucraniano, el Stelmet polaco, el Oostende belga o el Leiden holandés buscarán una de esas dos codiciadas plazas que cambiar el devenir de una temporada. Todos ellos disponen del aval de haberse proclamado vencedores de sus torneos nacionales. El Banvit, subcampeón otomano, no lo tendrá fácil al haber ya tres combinados de su país.